Los mensajes se extendieron
vertiginosamente: nos dejó el historiador y profesor orotavense Nicolás
González Lemus, a quien conocimos cuando jugaba al fútbol en infantiles –el
Santo Tomás, creemos recordar en El Peñón- entonces un delantero correoso y
valiente, después un inquieto ciudadano que desde La Orotava, su villa natal,
proyectaba afanes intelectuales, ganas de lucha por la igualdad y el progreso.
Nicolás fue eso, un luchador silencioso e
incansable, pendiente de sus iniciativas, resuelto e incansable emprendedor,
colaborador de causas nobles y alineado con quienes se esmeraron para superar
injusticias y plasmar avances sociales.
Nico perteneció a esa generación de
jóvenes villeros inconformistas que lucharon con denuedo sabiendo que la
cultura era indispensable para cambiar las cosas. El rigor fue la divisa de su
valiosa aportación historicista,
registrada en numerosos estudios y atractivas publicaciones. Con él nos
acercamos a Agatha Christie, a The Beatles, a la Villa Arriba y a la historia
del turismo en el Puerto de la Cruz que trató, por cierto, en un sustancioso
libro escrito junto a otro villero ilustre, Isidoro Sánchez García, y al
memorialista portuense Melecio Hernández Pérez.
Tuvimos oportunidad de presentar y
prologar algunas de sus obras y de seguirle, en directo, en muchas
intervenciones que reflejaron siempre rigor y conocimiento. “El suyo fue un
trabajo de precisión”, como escribimos en cierta oportunidad, cuando vio la luz
su libro dedicado a la estancia en Canarias de Agatha Christie. Nicolás entendió que la vida es lucha, superación, forja de
ideales y aportación constructiva a la colectividad.
Fuimos testigos del afecto
que la gente de su barrio, la Villa Arriba, el Farrobo, le dispensó cuando
presentamos la edición que dedicó a aquel núcleo al que dedicó tantos afanes.
“Creo que no hay mejor forma
de contar algo que haberlo vivido”, dice el autor de forma que invita a los
lectores a cruzar la calle Pescote y a añorar otras localizaciones, episodios,
tradiciones y personajes. Es natural que Nicolás diga que ésta es una crónica
muy personal, en la que exalta el carácter familiar de la vida callejera y en
la que resalta la “fraternidad vecinal”, independientemente del sustrato
ideológico, cultural, religioso o social de los residentes.
Aquel día, el profesor
González Lemus Nicolás, con aquel libro, saldaba la deuda con el barrio. Es una
manera de decir. Es probable que más de un amigo o vecino compañero le
pidieran, en cualquier ocasión, que lo escribiera. Cuando la manivela de la
memoria echó a andar, todo fue cuestión de rescatar, de contrastar, de
verificar y de comprobar que allí había algo más que fundamentos para una
aportación bibliográfica, con la que se mitiga un vacío.
Gracias, Nico, por tu
trabajo, por tu compromiso activo y por tu aportación. Te recordaremos siempre.
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