Los antecedentes
–mejor dicho: el antecedente, el único que se ha producido- fueron tan
favorables, dejaron tan buen sabor, que los asistentes parecían ansiosos de
repetirlos o experimentarlos. “Nada es para siempre, excepto la amistad”, dijo
en una escena Kevin Costner en el drama pasional Revenge (Revancha), película
de 1990 dirigida por Tony Scott.
La afirmación es
de aplicación si se tiene en cuenta la vivencia de ex jugadores de distintas
épocas del Club Deportivo Puerto Cruz que se dieron cita al mediodía de ayer en
el sector más turístico de Punta Brava, no solo para evocar sino acreditar que,
a principios de los años setenta del pasado siglo, el acceso de los juveniles
al primer equipo se hizo con una naturalidad pasmosa, fortaleciendo, acaso sin
saberlo, una amistad y un relación fraternal que habrían de perdurar.
De aquello
tuvieron buena parte de culpa el presidente de entonces, Alberto Hernández
Illada; el entrenador, Fernando Cova Barroso; y dirigentes como Gregorio
Álvarez, Pepe Galindo, Alejandro Marrero y Juan Pedro Plasencia. Muchos de los
juveniles de entonces darían un salto solvente no en vano se habían codeado con
los mejores equipos y jugadores de la época. Fue un momento decisivo de la
pequeña gran historia del club porque hubo que elegir entre la cantera o seguir
trabajando con fichajes e incorporaciones de otras latitudes.
La cantera, por
fortuna, seguía dando sus frutos, algunos de ellos muy jugosos, más que
aprovechables. El tránsito apenas se notaba. Los resultados compañaban. Y el
blanco del uniforme portuense seguía estando impoluto desde ese punto de vista.
La sucesión se hizo con naturalidad.
Daba gusto acudir hasta las sesiones de entrenamiento en El Peñón, donde apenas
se percibía la diferencia de edad. Lo que importaba era discernir quién o
quiénes eran los próximos jugadores que se incorporarían al cuadro representativo
de los portuenses.
Aquellos recuerdos
se amontonaban en el imaginario de muchos portuenses que, en aquellos años,
ignoraban aún que se avecinaba una auténtica debacle en el fútbol regional
motivada por hechos de distinta índole y que ha culminado en nuestros con una crisis que se ha llevado por delante a la
mismísima rivalidad, factor estimulante que servía para mantener la llama
encendida.
Los veteranos de
entonces lucieron generosidad y propiciaron una cohabitación escrita con
mayúsculas. Que ha durado hasta nuestros días, como se puso de manifiesto al
mediodía del pasado sábado, no importan las canas y las calvicies ni los
mayores o menores vínculos que los protagonistas sigan teniendo con el fútbol y
con el club portuense. Ya todos
prácticamente han cumplido su ciclo y su aportación será recordada con
gratitud. Lo que trasciende en el paso del tiempo es que el compañerismo y la
armonía, la confianza y la sana relación perduran, aptas para seguir brindando
por lo mejor del mercantilizado fútbol, por tantos valores que se contrastan,
principalmente, en momentos como los vividos.
Aquel gol, aquella
parada, aquel desplazamiento, aquella expulsión… lances que marcaron una época,
la de principios de los años setenta, tan granada y tan positiva, vivida con
tanta pasión y con tanta positividad que las semillas entonces han germinado como en muy pocas otras ocasiones.
La historia, la
pequeña gran historia del fútbol portuense, las recogerá.
1 comentario:
Buenas tardes, bonito y emotivo reencuentro de muchos exjugadores amigos y del qué fuera uno de nuestros presidentes Don Alberto Hernández Illada, muchas anédotas y bonitos recuerdos en la tarde de ayer.
De nuevo le doy las gracias a Orlando por esta iniciativa de contactar con todos nosotros y reunirnos de nuevo, aunque esta vez fueron los ex-jugadores veternos juntos a los nuevos qué subieron de los juveniles al primer equipo a principios de los años 70.
Gracias nuevamente Orlando. Saludos de Carmelo Rodríguez (Mon I)
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