Parece que se ha puesto de moda acudir, en condición de invitado, a ciertos programas de televisión -cada vez más considerados basura- y de buenas a primeras -quizá con alguna aislada advertencia previa- marcharse, da igual que eso signifique incumplimiento de las estipulaciones contratadas antes de sentarse.
Así las cosas, independientemente de los juicios que sobre la educación y las buenas maneras susciten, lo que cabe preguntarse es para qué asisten. Si alguien decide ir para ser interrogado, para informar -¿informar?-, para explicar o aclarar sobre hechos que le afectan -no importa que sea sobre su propia privacidad que, de esa forma, queda prácticamente suprimida-, sabe a lo que se expone: a preguntas incómodas, a revelaciones sesgadas, a interrogantes con trampa, a infundios, a frivolidades, a medias verdades... Por lo tanto, ese riesgo va implícito en los emolumentos que se van a percibir por ir a contar intimidades, enredar, devolver acusaciones y desnudar la personalidad.
Ya todo el mundo sabe que por esas comparecencias televisivas, salvo raras y honrosísimas excepciones, el medio paga. Se supone que previamente debe existir la firma de un contrato en el que se incluyen las claúsulas que deben cumplir, especialmente, los invitados que aceptan. Se desconoce si se consigna alguna de penalización en caso de abandonar el plató unilateralmente. Igual no: igual se pacta hasta eso y se da paso a la publiciddad, dejando en un brete -y quien sabe si a su discreción- al presentador o la presentadora de turno que, vía pinganillo, está recibiendo indicaciones desde la dirección para ver cómo se sale del trance, dándole a todo la frescura del directo que, en definitiva, viene a ser la esencia del 'reality show'. O sea, cuanto más espontaneidad y cuanto más realismo, mejor. El subproducto no entiende sino de índice de audiencias y de firmas comerciales que quieran anunciarse en los programas de marras.
Entonces, si acudes te fastidias y te aguantas. Con todas las consecuencias. Es tu voluntad, es tu decisión y hay que pechar con ellas. Decir adiós porque la presión se hace insostenible y porque no quieres sufrir un ataque de ansiedad es una señal de insuficiencia. O lo que es igual: porque la realidad te ha desbordado.
¿Para qué vas pues?
2 comentarios:
Si Salva suscribo cuanto dices en tu articulo, verguenza siento la mayoria de las veces, y encima se les da importancia de personajes.Un saludo.
Juan Topham
Me temo, apreciado Salvador, que en algunos (¿muchos?) casos esas espantadas y salidas del plató estén previstas y que hasta sean retribuidas. Pienso además que para atraer a la audiencia se escriben guiones y en muchas ocasiones los "tertulianos" hacen de actores. Son "menús" preparados para dar de comer a tanto españolito educado para consumir esos productos. Bueno, quizás sería más correcto decir españolito no educado. Y esta telebasura, unida a la telecaverna, es la que nos irá quitando (ya lo ha hecho con CNN+) los espacios plurales de información, reflexión y entrevistas. Va a tener que pasar mucho tiempo para que esto se de la vuelta. Nosotros, que vivimos lo contrario, ¿lo veremos?. Me temo que no. Una pena. Slds.
(Enviado por Juan Carlos Carballo)
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