Empieza a ser habitual toparse con datos contrapuestos en el sector turístico. Por fortuna, hay sobradas fuentes estadísticas y ello permite contrastar el rigor o la ligereza de muchas consultas; pero las contradicciones saltan cada vez con más frecuencia y dejan al profesional bastante desconcertado. ¿A quién creer?
El análisis más reciente es el de las agencias de viajes que siempre fueron un buen termómetro para medir la movilidad y la capacidad de desplazamiento. Ha venido siendo una referencia directa de los operadores emisores. Como cualquier otra organización, han hecho balance del pasado año para concluir que las secuelas de la erupción del volcán islandés en primavera y el conflicto de los controladores, sumado al temporal en Europa de diciembre, dejan una sensación agridulce pues las señales de recuperación que se habían apreciado terminaron cediendo para acabar un año considerado como “el peor de la crisis”.
A partir de mediados de 2008, se detectaron las primeras señales de recesión en el ámbito de las agencias de viajes. Un año después, la depresión era evidente, con cierre de empresas de toda dimensión y pérdida de empleo. Unas 800 oficinas cerraron sus puertas, cifra duplicada en 2009. La caída en las ventas llegó a superar el 30%. El sector de la distribución probablemente conocía los efectos más negativos de su historia.
Cuando se creía que se había tocado fondo y que 2010 empezaría a marcar una recuperación, con ligeros crecimientos en los primeros meses del año, resultó un espejismo. La nube volcánica que, procedente de la lejana Islandia, envolvía a Europa durante unos días, cerrando el espacio aéreo y alterando sensiblemente el tráfico aéreo, produjo unas consecuencias muy dañinas. En Canarias tuvimos unos meses después el estrambote, con la reclamación que presentaba a las organizaciones hoteleras un conocido y potente turoperador, parece que, al final, satisfactoriamente resuelta para ambas partes.
Siempre según la versión de las agencias de viajes, el verano significó un balón de oxígeno pero el otoño devolvió cierres y listas del paro engrosadas con ejecutivos y contratados procedentes del sector. El plante de los controladores aéreos cuando millones de personas preparaban el puente más importante del año chafó las expectativas y gravó hasta límites insospechados la situación. No acabarían ahí los males: un temporal de frío y nieve colapsó durante días varios aeropuertos europeos.
Total, que unas cuantas circunstancias negativas de peso han hecho que el negocio de las agencias de viajes volvió a mermar considerablemente y el balance del año debe ser preocupante para sus rectores.
A ver cómo les resulta 2011.
El análisis más reciente es el de las agencias de viajes que siempre fueron un buen termómetro para medir la movilidad y la capacidad de desplazamiento. Ha venido siendo una referencia directa de los operadores emisores. Como cualquier otra organización, han hecho balance del pasado año para concluir que las secuelas de la erupción del volcán islandés en primavera y el conflicto de los controladores, sumado al temporal en Europa de diciembre, dejan una sensación agridulce pues las señales de recuperación que se habían apreciado terminaron cediendo para acabar un año considerado como “el peor de la crisis”.
A partir de mediados de 2008, se detectaron las primeras señales de recesión en el ámbito de las agencias de viajes. Un año después, la depresión era evidente, con cierre de empresas de toda dimensión y pérdida de empleo. Unas 800 oficinas cerraron sus puertas, cifra duplicada en 2009. La caída en las ventas llegó a superar el 30%. El sector de la distribución probablemente conocía los efectos más negativos de su historia.
Cuando se creía que se había tocado fondo y que 2010 empezaría a marcar una recuperación, con ligeros crecimientos en los primeros meses del año, resultó un espejismo. La nube volcánica que, procedente de la lejana Islandia, envolvía a Europa durante unos días, cerrando el espacio aéreo y alterando sensiblemente el tráfico aéreo, produjo unas consecuencias muy dañinas. En Canarias tuvimos unos meses después el estrambote, con la reclamación que presentaba a las organizaciones hoteleras un conocido y potente turoperador, parece que, al final, satisfactoriamente resuelta para ambas partes.
Siempre según la versión de las agencias de viajes, el verano significó un balón de oxígeno pero el otoño devolvió cierres y listas del paro engrosadas con ejecutivos y contratados procedentes del sector. El plante de los controladores aéreos cuando millones de personas preparaban el puente más importante del año chafó las expectativas y gravó hasta límites insospechados la situación. No acabarían ahí los males: un temporal de frío y nieve colapsó durante días varios aeropuertos europeos.
Total, que unas cuantas circunstancias negativas de peso han hecho que el negocio de las agencias de viajes volvió a mermar considerablemente y el balance del año debe ser preocupante para sus rectores.
A ver cómo les resulta 2011.
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