Coincidencia en Canarias Radio con periodistas jóvenes que promueven la convocatoria de un congreso sobre Derecho a la Información de la Ciudadanía. Curioso: ninguno reparamos en que hablamos de ella, de la evolución de la información, del periodismo de nuestros días, de la crisis que afecta a los profesionales y de la comunicación sin reparar en que es 24 de enero, día de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas. Somos así de olvidadizos con nuestras propias cosas. Pero nos sigue doliendo la profesión. Juan Carlos Carballo escribe en su muro de facebook unas líneas hermosas, comprometidas, alusivas a los golpes de esta crisis, a la pérdida de empleo, a las situaciones críticas de muchos compañeros.
Ese congreso, previsto para el próximo fin de semana en Las Palmas de Gran canaria, pretende debatir la relevancia que tiene para la sociedad de nuestros días disponer de una información veraz, contrastada, diligente y responsable "para poder hacer uso de sus derechos humanos". Esto equivale a que los ciudadsno se constituyan en los principales defensores de ese derecho. Es digno de reconocimiento el esfuerzo de esos periodistas jóvenes que aún tienen espíritu de rebeldía, que no se resignan a los males que nos afectan y se revuelven en busca de cauces que reorienten el ejercicio profesional y procuren una realidad distinta a la que nos movemos.
Hacer que sea verdad ese derecho a la información, el papel de los periodistas como intermediarios del mismo, su responsabilidad ante un derecho sin regulación, los ciudadanos como legítimos dueños del derecho a la información y la movilización son, entre otras, cuestiones incluidas en la programación del congreso.
Opinamos en la sugerente conversación radiofónica: no se trata de ombliguismo ni de lamernos las heridas sino de abordar con realismo las aristas de una situación que parece no gustar a nadie. Hacerlo pensando en la ciudadanía, en su derecho. Intentando avanzar hacia una madurez que parece lejana. Procurando sortear los vericuetos de tanta desinformación y de tanta manipulación.
Y la conclusión: que todo no quede en un manifiesto o un apartado final de conclusiones explícitas y bien fundamentadas. Algo más: trasladar a la sociedad y hacerla partícipe de estas inquietudes, impregnadas de autocrítica, para mejorar sus propios niveles de información. Si ésta es un derecho, estamos obligados a cumplir parámetros de veracidad, diligencia y relevancia exigibles para cualquier Estado democrático.
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