Permitan que preguntemos si no es
una osadía que, a cuarenta y ocho horas de esta presentación, Lola Reyes la
hubiera encargado con la entrega del ejemplar de prueba y uno la haya aceptado.
Un libro sobre la tejeduría contemporánea, materia en la que… en fin, no
estamos muy impuestos que digamos. Apenas, el conocimiento y el funcionamiento
expositivo del telar, su esencia, el funcionamiento, el cruce de los hilos
verticales (lo que se llama urdimbre) con los hilos horizontales (lo que se denomina
trama). Y poco más.
Pero ocurre que a personas como Lola no se las puede
decir que no. Ese entusiasmo, esa actitud proactiva, esa capacidad emprendedora
merecen ser correspondidas. Y si hay que desafiar a las adversidades o a los
factores condicionantes, pues se hace. Punto.
Lola Reyes hubo de reinventarse. Apasionada del
hecho cultural, trabajó lo indecible, junto a su esposo, para contar con un
espacio creativo propio y dotar al popular barrio portuense La Ranilla de una
opción para enriquecer y cualificar la oferta cultural del municipio. Allí,
quién lo iba a decir, donde no hace muchos años, era impensable que existiera
un núcleo cultural que irradiasen distintas manifestaciones de la creatividad.
La pandemia obró lo que ha obrado, parálisis y desazón,
Reyes entendió que cruzada de brazos no avanzaba ni cultivaba eso de lo que
ella puede presumir, positividad, y afrontó con el espíritu romántico de
aprender, un nuevo camino. La esperaban los telares, sus alumnos, las opiniones
de expertos, el telar maría, las hebras y los enganches, el e mpleo de las
fibras naturales, un mundo por descubrir o por explorar en el que dio rienda a
su gran capacidad creativa.
Fruto de esos afanes y de su propia iniciativa, es
este libro, un manual práctico sobre esa modalidad de telar, peine rígido. Se
trata de una edición, muy bien diseñada, muy manejable, muy gráfica, con la que
la autora quiere ayudar a las personas que desean iniciarse en esta técnica
artesanal de una forma amena y divertida, según sus propias palabras. Es una
obra a la altura de las más vanguardistas tendencias en el ámbito de la
digitalización, como lo prueban las inserciones de códigos QR, de modo que al
lector le sea posible complementar sus conocimientos de forma audiovisual.
Lola Reyes se vale de su propia experiencia
autodidacta y de la colaboración especial de Delia Escobar, ingeniera
técnico-agrícola, especialista en agroecología y artesanía, para ensamblar
el hilo conductor con el Festival de
Lana de Canarias cuya octava edición se celebra en estas fechas. Una primorosa
idea, por cierto, que está en plena consolidación y será una de las principales
convocatorias de esa pléyade de actividades y acontecimientos culturales que
animan nuestros pueblos y nuestras ciudades a lo largo del año para que
entendamos mejor la etnografía, las tradiciones y los afanes de artesanos para
valerse por sí mismos y dignificar sus oficios.
El proceso lanar está contenido en una cadena que
empieza con la cría de la oveja y sigue con el esquilado, el lavado de la lana,
el carmenado o escarmentado (limpieza de las impurezas después de lavada y
secada la lana), el cardado (peinarla y alinear las fibras que quedan
preparadas para el posterior hilado, este hilado (que puede hacerse con huso o
con rueca, el fieltrado (es un tipo de tela
no tejida) y el tejido con telar para la creación de piezas de tela.
Aquí estableció Lola Reyes el nexo de unión entre su libro y el aludido
Festival de Lana de Canarias.
Se trata, en suma, de tejer en un tipo de telar muy
concreto que se denomina de esa manera, telar maría o de peine rígido, un
mecanismo pequeño, portátil, pero muy potente que permite al tejedor dejar
volar su imaginación y tejer infinidad de piezas, sin que las tareas impliquen
pérdida del respeto a los telares antiguos y la vestimenta tradicional.
La inagotable Lola Reyes se esmera en un manual
práctico en el que no solo describe los telares sino también los materiales y
las técnicas más actuales en este tipo de tejeduría contemporánea. Era un libro
que faltaba, que se necesitaba para lectores y personas que se quieran iniciar
en la utilización del telar hasta sacar, como ha hecho la autora, el máximo
rendimiento posible.
Hoy ve la luz, en un sitio tan emblemático, la Casa
del Alfombrista, aquí en La Orotava, para ilustrar ese quehacer tan silencioso,
tan paciente, tantas veces olvidado y que ahora hasta se une a esa conciencia
por el cuidado del medio ambiente.
Enhorabuena, Lola, por tu trabajo, por tu
reinvención, por tus descubrimientos y por hacer del emprendimiento autónomo
una vía llena de matices y sugerencias que enriquece la identidad canaria.
Telar maría es, igualmente, otra prueba del amor por
el trabajo bien hecho. Y, de paso, una invitación a la osadía que esperamos
haber superado.
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