Hay otras muchas aristas desde las que contemplar y analizar el conmovedor suceso. Y conviene hacerlo, para ampliar las perspectivas más allá de la cruel realidad que lo envuelve. Acostumbrados como estamos en este país a quejarse por todo, a denigrarlo todo, a recelar, a confundir, a dividir según preferencias políticas, a hacer de casi todo una controversia que, por lo general, suele ser bastante estéril, el que unos servicios públicos funcionen, el que los efectivos policiales acrediten su pericia, el que se extienda y contraste un imponente ejercicio de solidaridad y el que se dé una respuesta coordinada a las incógnitas que despiertan unos hechos inauditos y luctuosos, debe ser ponderado como se merece. No todo va a ser malo y oscuro objeto de desprestigio.
Muy buena, en este sentido, la aportación de María Luisa Arozarena, ex directora de Radio Nacional de España en Canarias, durante una comparecencia radiofónica en la que se contrastaba el seguimiento de lo ocurrido en las últimas fechas. En el vértigo mediático, son necesarios testimonios así, capaces de desglosar la cadena de eventualidades o las circunstancias, al tiempo que se hace una proyección del significado de las mismas, con rigor y sin alarmismos.
El caso es que estamos ante la primera vez que un barco del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que lleva el nombre de la gallega Ángeles Alvariño, precursora de la investigación oceanográfica mundial, lleva a cabo un rastreo de este tipo. No es esa su finalidad, viene dos veces al año a Tenerife –y no se ha reparado en detalle de sus tareas científicas e investigadoras- pero se sumó en seguida a las pesquisas desde que la Guardia Civil dedujo, por los movimientos del padre de las criaturas, que era en el mar donde había que centrar la búsqueda. La Unidad Central Operativa (UCO) del cuerpo hizo gala de su pericia. Desde que la directora general, María Gámez, anunciara la intervención del buque, pudo probarse que las cosas no se dejan de lado y el largo y tortuoso camino hasta el esclarecimiento de los hechos terminó dando frutos, a la espera de la aparición o recuperación de los cuerpos.
De modo que la coordinación de los recursos, enteramente españoles, ha contribuido a alumbrar un fatídico suceso. La pericia y la profesionalidad de quienes han intervenido en interminables jornadas de investigación han quedado de manifiesto cuando más difíciles estaban las cosas, cuando todo se daba por perdido. Pero el cumplimiento del deber es algo sagrado y tanto los responsables del IEO como de la Guardia Civil han acreditado pericia y profesionalidad, lo que los ciudadanos esperan y admiran de los servidores públicos, máxime cuando hay que batirse en circunstancias muy adversas y en un escenario que exigía de aquellas cualidades. Si a ellos se suman los funcionarios y efectivos de otros organismos y de otros departamentos que han intervenido y siguen interviniendo en un dispositivo que será recordado como un ejemplo de eficaz operatividad, debemos contemplar estas aristas que quiebran esas creencias tópicas, tipo este país no vale nada.
Querrán mancharlo y desprestigiarlo pero hay pruebas de lo contrario, aún sacudidos y entristecidos por un conmovedor suceso.
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