Pues menos mal que Javier Maroto ha echado un capote de esos que permiten salir del enredo. El senador por Castilla y León y portavoz del Partido Popular (PP) en el Senado ha condenado “sin ambages” la dictadura franquista, igual que la de Pinochet, la de Cuba o Venezuela, dos días después –en este caso nunca es tarde- de que en un acto del partido en Ávila , en presencia del presidente de éste, Pablo Casado, un ex ministro de los primeros gobiernos de UCD, Ignacio Camuñas, se columpiara afirmando que la Guerra Civil fue consecuencia del Gobierno de la II República y el por ello el alzamiento militar “no fue un golpe de Estado sino un fracaso de todos los españoles”.
Casado estaba allí pero dejó pasar la ocasión de posicionarse con claridad. Será que temía complicarlo aún más y prefirió callar aunque alguien se lo afeara, como estaba empezando a ocurrir. Maroto estaba al quite para aliviar, entre otras cosas, a quienes seguían enfrascados en la absurda y estéril polémica del modelo político cubano, de modo que empezaran a recular o a sacar argumentación de donde no hay para justificar su rigidez conceptualista o nominalista.
La explicación del senador popular venía a ser consecuente con una resolución que promovió y respaldó el PP en el Congreso de los Diputados en el año 2002 en la que se condena abiertamente la Guerra Civil. Pero llegó Camuñas, que anduvo un tiempo en Vox, si no estamos equivocados, seguramente contagiado de la fiebre enquistada en algunos sectores conservadores y ultra conservadores empecinados en que el conflicto hay que airearlo y no hay que andarse con dobleces, y extrajo del baúl de las sandeces otras de esas afirmaciones que revuelven el patio –ahora que estamos en verano, es fácil hacerlo- y ponen a prueba la capacidad del Estado Mayor para salir del trance. Decir que el alzamiento militar de 1936 no fue un golpe de Estado desborda ya, a estas alturas, la sinrazón.
Menos mal que llegó Maroto desvinculó a su partido de las opiniones del ex ministro Camuñas y mandó a parar. Casado optó por el silencio.
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