“Municipios por la Tolerancia”: se trata de un proyecto promovido por la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y la Fundación Pluralismo y Convivencia con el apoyo del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Deusto. El objetivo es ayudar a los gobiernos municipales a gestionar la diversidad religiosa de una manera “democrática e inclusiva”, como una expresión de la riqueza cultural y el pluralismo de la sociedad. La iniciativa está dirigida a todos los Ayuntamientos que quieran visibilizar su compromiso con la aplicación de unos principios básicos contenidos en un documento denominado “Carta para la Gestión Municipal de la Diversidad Religiosa”, y proporciona a los municipios que la firman las herramientas y recursos necesarios para mejorar su gestión cotidiana de esta realidad. Los primeros ayuntamientos en adherirse han sido los de Bilbao, Burgos, Cartagena, Castellón, Fuenlabrada, Guadalajara, Málaga, Valladolid y Olivenza.
En unos tiempos convulsos y vertiginosos como los que vivimos y generan tantas apelaciones a la responsabilidad cívica, como las que hemos producido en casos que desatan el encono y la crispación, frecuentes en la vida pública, hay que ocuparse de proyectos como este que, en teoría, han de contribuir a pacificar, a cohesionar y a robustecer una convivencia que resulte primordial para cualificar el propio sistema democrático. En más de una oportunidad, hemos aludido al respeto y la tolerancia como valores esenciales para salir de aguas revueltas y de ambientes enrarecidos, cargados de recelos y de malos modos que hacen irrespirable cualquier marco de convivencia.
Y eso que la materia es delicada. La religión ha sido causa de no pocos conflictos y enfrentamientos, en muchos lugares aún pendientes de resolución definitiva. Sostiene el presidente de la FEMP, Abel Caballero, que la religión es “seguramente la convicción más profunda” de un ser humano que la profesa, y se une “a otros conceptos de enorme importancia” como la democracia, la libertad, la convivencia y la forma de generar espacios colectivos de coordinación es impulso y la forma de entenderse en los municipios y la ciudades.
Los municipios adheridos a la Carta para la gestión municipal de la diversidad religiosa asumen el compromiso de orientar su gestión al cumplimiento de una serie de principios y objetivos, entre ellos el reconocimiento de la diversidad religiosa en su término como una expresión de la riqueza cultural y el pluralismo de la sociedad; la garantía del ejercicio de la libertad de religión, así como la promoción de las condiciones para que la igualdad y la libertad de las personas y de los grupos en que se integran sean efectivas; y la eliminación de toda forma de discriminación injustificada basada en las creencias, así como el fomento de políticas, dirigidas a este fin.
Otros aspectos contenidos en la Carta son el fomento del respeto, la comprensión y la tolerancia hacia la diversidad religiosa; el impulso de la coordinación y colaboración interadministrativas, estableciendo canales de diálogo y acuerdos con otros municipios u otras instancias administrativas; la adopción de mecanismos de consulta y participación de las comunidades religiosas para garantizar la integración de los grupos minoritarios y evitar situaciones conflictivas; así como la promoción de espacios de diálogo y conocimiento mutuo entre las iglesias, confesiones y comunidades religiosas del municipio.
La diversidad religiosa y cultural no debe ser un problema. El rector de la Universidad de Deusto, José María Güibert, ha declarado que “queremos impulsar algo muy importante para nuestra convivencia. Buscamos gestionar de modo adecuado el hecho religioso, que remite al mensaje de paz y madurez espiritual de las personas”. Por eso, además de predicar por la tolerancia, hay que estar atentos a los retrocesos que se puedan producir.
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