La presentación oficial de Los Sabandeños se registró el 11 de febrero de 1968 en el Ateneo de La Laguna. ¿Saben quién fue el presentador? Ni más ni menos que el escritor y periodista tinerfeño, director del desaparecido diario La Tarde, Alfonso García Ramos.
De una manera casual, y sin que nadie se lo propusiera, fue Elfidio Alonso quien asumió “el mando y la dirección” del flamante grupo, posiblemente porque ningún otro miembro tuvo intención ni interés en hacerlo. Desde entonces se ha mantenido en sus tareas.
La irrupción en el universo del folklore canario se produjo en un momento acertado y oportuno, dado el escaso interés y el nivel que tenía la música popular en aquel momento: Los Huaracheros, María Mérida, la Sección Femenina… y poco más. La aparición poco menos que conmovió las conciencias y ofreció una visión diferente de la música canaria, desde ese momento, más atrayente y con enganche, no solo entre los mayores sino también entre amplios sectores de juventud.
Hasta 1972, cuando se produce la primera ruptura, se van incorporando destacados intérpretes: José Antonio el Sebas, los Torres, de la Esperanza, Santiago, Heraclio, Antonio, Francisco, Paco Páez y el grande, el mismísimo Dacio Ferrera.
Con la ruptura, abandonan una mayoría de sus fundadores y se integran los hermanos Feria, Manolo y Paco, junto a otra serie de amigos, Julio Tejera, Alfonso Prendes y Manolo Melián. Esta segunda formación fue la que gabó por primera vez La cantata del mencey loco, que, sin duda, marca un punto de inflexión en la historia del folklore de Canarias, aunque también fue uno de los motivos que acarreó la segunda fractura.
Y es en 1976 cuando se conforma la tercera versión, si se puede decir así, de Los Sabandeños, cuando se incorpora el doctor García, a quien agradecemos, aquí y ahora, su valiosa fuente memorística para completar este texto. Es esa tercera versión la más longeva a lo largo de la historia. Por ahí aparece la figura de Manolo Mena. Más de treinta años en el grupo, la etapa artística y comercial más fructífera. Cosecha de premios nacionales e internacionales, distinciones de discos de platino y de oro, viajes al extranjero, recitales, grabaciones, reconocimientos, calles, plazas, medallas, un Premio Canarias… Eran, sí, como recitó Millares, los dueños del día y del aire.
Surge Achamán, grupo afín, los jóvenes Sabandeños. Destaca por su labor, como director musical, Héctor González que realiza una espléndida tarea musical que encumbra, aún más si cabe, la fama del grupo que sigue obteniendo distinciones y reconocimientos.
Pero es en 2007, cuando se produce ujna nueva ruptura. Por desavenencias con el propio Héctor González y por problemas derivados de la propiedad intelectual y social de Los Sabandeños, se registra una desestructuración al abandonar la formación dieciocho componentes. De ahí brota Atlantes, que hoy en día continúa su andadura.
Elfidio Alonso retoma las riendas en aquel momento delicado e incorpora a Benito Cabrera que pasa a ser el nuevo director musical. Y así hasta 2020, cuando es relevado, hasta nuestros días, por Israel Espino.
En las pasadas Fiestas del Cristo de La Laguna se consigna su última gran actuación, en el cuadragésimo tercer concierto, el más longevo de todo el Estado español.
Casi ocho lustros de ininterrumpida labor, cincuenta y cuatro discos, muchos de larga duración, un riquísimo archivo sonoro que recoge parte del legado tradicional, composiciones propias y magistrales versiones dan la medida de una fecunda y singular experiencia artística en el campo de la música popular.
En fin, esta es la síntesis de quienes hoy recogen el Drago de Honor, un galardón que añadir a su extensa trayectoria, labrada paso a paso, canción a canción, disco a disco, actuación tras actuación, alguna de las cuales hemos tenido el honor de presentar.
El de Los Sabandeños es el canto del pueblo, el que ha hurgado en nuestras raíces y nuestra historia, el que la ha prestigiado y situado en el mapa de la universalidad musical.
Los Sabandeños, ”voceros de amplios sueños, nos devuelven la razón”, como dijera Agustín Millares. El pueblo icodense, siempre generoso, ha sabido ponderar esta trayectoria pletórica de hitos y éxitos a la que esta noche, con el respeto de siempre, ha querido corresponder.
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