Discuten esta semana, en Sevilla, en el curso de la I Convención de Turespaña, el proceso de transformación del modelo turístico en los distintos destinos que ha de surgir tras la pandemia que, aún sin estar liquidada, va dejando amplios espacios para estudiar a fondo la reactivación y la consiguiente recuperación. Confiemos en que el parón haya dejado sustantivas y provechosas lecciones, aptas para ser tomadas en serio y para afrontar las innovaciones con valentía y soportes consistentes. Es probable que algunos piensen que se trata de una reanudación del negocio y punto. Pero todo da a entender que, a partir de la digitalización y de la inteligencia artificial, hay un campo distinto y exigente en el que moverse: ha de surgir, en efecto, un nuevo modelo.
La cita de Sevilla habría de servir para que los agentes públicos y privados del sedctor turístico compartiesen un diagnóstico sobre la situación actual. El secretario de Estado de Turismo, Fernando Valdés, por ejemplo, enfatizó en la capital hispalense sobre el papel que han interpretado los poderes públicos en la salida de esta crisis; pero ha destacado, sobre todo, la interdependencia con otros sectores productivos de manera que fuera un factor que fortaleciera la colaboración público-privada, una relación de la que mucho se hablará a partir de ahora. ¿Por qué? Pues muchos empresarios e inversores ya han detectado que no es cuestión de dormirse en los colchones de los tres mil cuatrocientos millones de euros de los fondos Next Generation de la Unión Europea destinados específicamente al sector turístico para el ciclo 2021-23 y constituyen la base financiera de la transformación que se avecina. "Debemos volver a construir la cooperación que antaño ya nos hizo líderes", afirmó Valdés, haciendo partícipe a un sector turístico "rico en su heterogeneidad" y trabajando en la "transformación de nuestro modelo turístico, que debe ir mucho más allá de la rentabilidad". Este cambio, en efecto, hay que desarrollarlo de forma cabal y consciente.
El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, dejó un testimonio interesante al resaltar que "con lo que hemos vivido se ha demostrado la resiliencia del sector turístico". Coincidimos en que es el momento de recuperar los objetivos de 2019, “recordando los récords pero también las lecciones aprendidas”. Por eso, hay que insistir en los tres pilares a los que nos hemos referido casi cada vez que nos referimos a la evolución y al porvenir del sector: sostenibilidad, innovación y digitalización. Sobre ellos ha de asentarse la recuperación. Espadas subraya un hecho importante: “la necesidad de desterrar el ruido político”, primordial para trabajar con manifiesta voluntad de reconstruir, sin pérdida de tiempo, y orientarse a colaborar en unos objetivos que pasen por "trabajar con los residentes para crear entornos atractivos".
¿Hay motivos para el optimismo? Confiemos en un cambio en el estado de ánimo y en una voluntad emprendedora de menos quejas y más proyectos. Por cierto, ¿los habrá cantidad y calidad suficiente como para no desperdiciar uno solo de ese volumen de euros? Desde luego, si hay factores como la mejora de la conectividad aérea y una eficiente coordinación público-privada para facilitar tanto la génesis como la ejecución de las actuaciones que se programen, hay razones para creer en destinos turísticos renovados y atractivos, en tanto que el negocio también experimentará cambios que han de resultar beneficiosos.
Atentos,
pues, a las conclusiones de esta convención de Sevilla. Deben ser un
avance significativo.
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