viernes, 1 de octubre de 2021

PREVENCIÓN Y PARTICIPACIÓN

 

Vienen más pandemias y habrá que afrontarlas. Pero ¿habremos aprendido las lecciones que nos deja la covid-19? El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, apela a la participación ciudadana como factor deteminante también para esta materia. Cierto que aún no puede darse por concluida y que amplios sectores de población han ido perdiendo la motivación para continuar con las medidas destinadas a evitar contagios. Los estudiosos llaman a este fenómeno fatiga pandémica. Para hacerle frente, conviene abrir vías para que la ciudadanía se implique, una estrategia recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La participación ciudadana es asimismo decisiva para la deliberación sobre el futuro de la Unión Europea.

Dice María Teresa López de la Vieja, profesora emérita de la Universidad de Salamanca, que la “necesidad de aprender de lo ocurrido y anticiparse a eventuales pandemias es el argumento para ir a cambios sustantivos en el cuidado de la salud, en la relación con otras especies y, también, para avanzar en la construcción de Europa”. Hasta ahora, la Conferencia Europea, desde l,os denominados Foros Ciudadanos, ha concretado dos asuntos sobre los que trabajar. la salud, en primer lugar; y luego, la covid-19 y cuestiones relacionadas como vacunas, tratamientos y previsiones de distinto naturaleza. Estas dos ideas se repiten, tanto en los informes sobre la covid-19 y sus riesgos como en el debate sobre la Unión Europea: hay que prevenir e incrementar la participación. En dos documentos recientes, las Conclusiones del panel independiente sobre la covid-19 y el Informe del grupo de trabajo sobre la prevención de riesgos, de la Universidad de Harvard, serán la base documental para ampliar la base de conocimientos e ilustrar a los interesados.. Se quiere, naturalmente, que la participación sea efectiva. Los poderes públicos locales tendrán mucho que decir. Movilizar a los agentes sociales y a las entidades locales es todo un reto.

Hay un deber de prevenir, de acuerdo. En consecuencia, hay que esmerarse en la disponibilidad de recursos, presupuestarios, programáticos y científicos con tal de evitar futuras pandemias y construir la Unión Europea de las próximas décadas. Escribe la profesora López que “no se aprendió de lo sucedido con la epidemia del año 2003 ni con la gripe en 2009, tampoco con el ébola y el zika en 2015 y 2016. De haber contado con la preparación adecuada, en 2020 se hubieran evitado bastantes errores y el impacto de la covid-19 hubiera sido menor. No tomarse en serio la prevención era y es una grave equivocación. Los sistemas de salud no estaban bien preparados, los procedimientos de alerta no funcionaron con celeridad y las desigualdades incrementaron los efectos de la covid-19. No debería ocurrir en el futuro”.

De ahí la importancia de seguir las recomendaciones del sistema del Consejo Interterritorial de Salud frente a la covid-19 que, según entendemos, se incorporarían al proceso de deliberación de la Unión Europea, mediante los adecuados canales de comunicación para establecer retos y prioridades. Así se cumplirá una filosofía básica de nuestro tiempo: fortalecer la democracia es aceptar mayor participación en las decisiones.

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