domingo, 31 de octubre de 2021

NOCHE DE EMOCIONES Y DE CANCIONES

 

Las emociones nunca vienen solas. Si son con música, y acompasadas, mejor. Así las interpretamos en el curso de la gala de entrega de los premios Taburiente de la Fundación Diario de Avisos que acogió de nuevo el teatro Guimerá de la capital tinerfeña, convertida ya en uno de esos acontecimientos anuales en la isla que el público aguarda con notable expectativa.

Pues eso: emociones o lágrimas, intercaladas con canciones evocadoras que elevaron el clímax de una noche en la que la voluntad de reconocer el trabajo, la dedicación y el esfuerzo de todo un pueblo y de destacados emprendedores, profesionales, artistas y creadores. Música y palabras para glosar la solidaridad y la excelencia, como bien apuntaría Lucas Fernández, presidente del Grupo Empresarial Plató del Atlántico y de la Fundación Diario de Avisos.

De manera que, primeramente, nos fuimos de parranda con Los Tendereteros, tan exacta, tan igual su interpretación del tema que fue sintonía de una producción televisiva canaria que aún hoy se sigue reponiendo, subiendo al Teide en el Dedo de Dios, con cuatro guitarras, timplillo y laúd. Una suerte de himno popular para identificar la sencillez con que el canario sale de fiesta. Cipriano Almeida, su director, puso todas las explicaciones del mítico programa en el fiel de la balanza. Nanino Díaz Cutillas, desde arriba, seguirá disfrutando.

Seguimos después con la voz singular de Santiago Melián, que atrapó a más de uno en un recinto donde predominaba un sentimiento inmarcesible. “Con mi timple y tu ukelele”, Chago elevó sus notas como él sabe hacerlo, sobrio y seguro, para caminar sobre el mar de aquella atmósfera envuelta de emotividad, de nostalgia y de conciencia solo palpable en determinadas ocasiones. Como en el Guimerá aquella noche, donde puso a prueba, con su hija Yurena, la fusión de los sonidos canarios y hawaianos.

Y el contenido musical de la gala lo completó Rafael Basurto, la inconfundible voz de Los Panchos, tan generosa todavía, tan “bolera” y tan bromista, porque el acompañamiento la resalta y las estrofas se van desgranando mientras muchos espectadores van tarareando con deleite.

Noche de emociones y gratitudes, en conclusión. A las que pusieron música y canciones, de diversos estilos, para amenizar lágrimas, quienes mejor podían hacerlo en las circunstancias que concurren. La selección de intérpretes, en este sentido, fue acertadísima e hizo posible la combinación entre los placentero y el cúmulo emotivo y sentimental profundo, con un propósito y un significado.

El considerado padre de la psicología positiva, el estadounidense Martin Seligman, escribió que “la felicidad podría dividirse en tres componentes: placer, compromiso y significado”. En efecto, lo contrastamos en la noche del Guimerá a cuya salida continuaron los plácemes, los saludos y los abrazos. Noche mágica, noche de emociones y canciones. Con un volcán latiendo en una isla cercana. Se juntaron para el pueblo que lo padece.

Memorable.



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