sábado, 2 de marzo de 2024

Al aire del Toscal capitalino

 

Estuvieron presentes algunos componentes de aquel memorable equipo que llegó a proclamarse campeón de España de Aficionados. Licencia para la nostalgia, ese brumoso sentimiento etiquetado solo en el siglo XVIII y que ha devenido en uno de los rasgos del mundo moderno, en esa convocatoria del Club Deportivo Tenerife y dos asociaciones tinerfeñas de periodistas –la general y la que aglutina a los deportivos- para conmemorar el centenario del fútbol en el barrio capitalino del Toscal, donde está emplazada, por cierto, la sede de la primera, “un espacio de periodismo y comunicación”, según su denominación.

La gesta del 2 de julio de 1977, estadio Heliodoro Rodríguez López, victoria sobre el Almansa (4-2). Retransmitimos aquel encuentro para Radio Popular de Tenerife. Un equipo que hacía vibrar, una afición entregada, el fútbol albinegro de aquellos tiempos era eso, enardeciente, capaz de entusiasmar en un clima de agotamiento de la hinchada futbolística insular.

Allí estaban Julio Luis, Ananías Carballo, Diego Mendoza, Carmelo Marrero, un técnico enérgico que empezó a ejercer desde muy joven, junto al inolvidable Enrique Sanfiel… pero también otros toscaleros pertenecientes a otras épocas y otras generaciones que enriquecieron el potencial del equipo hasta hacerlo de los más competitivos en el fútbol tinerfeño.

Estaban allí, además, en el núcleo del barrio, cerca de la calle San Antonio, donde estaba la sede social, uno de esos templos donde sin necesidad de VAR se explicaban las jugadas y los lances con suficiencia descriptiva difícilmente superable. Castilla, el presidente, también participaba.

Toscal fue algo más que un equipo de fútbol, fue un sentimiento. En aquellos años,  con los campos regionales llenos hasta los topes, con entradas a veinte duros y recaudaciones superiores a las trescientas mil pesetas en las confrontaciones de rivalidad, con unas primas de fichaje elevadas, paseó, junto al Real Unión de Tenerife, la enseña del fútbol capitalino, siempre de alta escuela, siempre con jugadores sobresalientes, algunos venidos de otras latitudes y que se integraron exitosamente.

Un sentimiento que afloró y reapareció en estas jornadas, pese a que el club desapareció. Al menos algunos se acordaron de que, al cabo de décadas, era merecedor de un tributo. Modesto, a nuestro aire, al aire del Toscal capitalino. 

 

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