La Herencia, presentada casi en solitario por su
autora, Jessica León, en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias
(IEHC), en el Puerto de la Cruz, es un novela autobiográfica. “La herencia es
algo que nos viene dado y el legado es lo que hacemos con lo que nos dieron.
Para transformarlo, solo necesitamos una cosa: el amor”, escribe León en la
portada que plasma un árbol de corazones coloreados.
Valeria es la protagonista, una mujer que
acredita su predisposición y su entrega en las vicisitudes que colecciona en la
vida. Valeria, en realidad Jéssica, se atreve a contar su propio yo y
compartirlo. Con crudeza y sensibilidad, rehuyendo del victimismo y de la
conmiseración propia “que producen distintas afrentas vitales, desde la
confrontación y la resiliencia”.
La autora leyó con sutileza distintos pasajes
de su opera prima, después de
revelar su pertenencia a una familia de alcohólicos en la que ella sobrevive
con entereza, sin arrugarse ante las incomprensiones y las adversidades.
Jessica León fue desgranando con sutileza las vivencias que amontonó, las dio
forma y publicó al cabo de dos años. Todo empezó con una carta, una carta
remitida por el juzgado número 3 de
Arganda del Rey (Madrid). “Quiero saber algo…”, dijo Valeria mientras rompía en
jn llanto desconsoilado.
De las palabras de Jéssica León, o sea, de
Valeria, se deducía que su vida no ha sido fácil. Efectivamente, confesó que no
ha parado de luchar desde que nació y está agotada. Pero no sabe enfadarse ni
tiene donde asirse. La protagonista encuentra en la danza y en el dibujo las
válvulas de escape. En su texto de contraportada, admite que necesita ser
escuchada, acaso la justificación de la publicación de su historia, una novela
de algo más de cien páginas, “deshilachada”, pero reveladora de una existencia
peculiar que invita a encontrar más de lo que ella se atreve a contar.
“No busco brillar sino iluminar. Iluminar a los
que buscan, como yo he buscado tantas y tantas noches, una estrella a la que
acudir, en la que acurrucarme a dormir en medio de una noche de insomnio. En
medio del ruido infernal del silencio nocturno… Hay muchas formas de defenderse
y escribir es mi arma”, lo hace co n buen estilo y con mucha soltura, desde
luego.
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