Ayer,
con la primavera tocando en las puertas, se vivió un día auténticamente
invernal. Llovía, hizo frío, hubo que refugiarse y abrigarse. Apareció. Tarde
pero se hizo presente. Qué bueno que viniste, dirían en Argentina.
Pero
no es un día solo. La sequía empieza a preocupar, se nota en las
conversaciones, despierta ya una sensibilidad social que trasciende la que
sería una coyuntura que acarrea algo más que medidas preventivas y paliativas.
Algunos ayuntamientos y el Consejo Insular de Aguas han reaccionado y en la
opinión pública se palpa ya que esto no es para tomárselo a broma. Es fácil
deducir lo que sucedería si abrimos el grifo y no saliera una gota de agua.
Claro que sería imposible realizar la mayoría de
las tareas diarias que son necesarias para una unidad familiar, pongamos que
lavar los alimentos, nuestra higiene, cocinar y muchas otras actividades de la
vida cotidiana. El acceso al agua es un
derecho humano básico y toca pensar en cómo solucionar estas situaciones tan
injustas a las que se tienen que enfrentar muchas familias en distintas partes
del mundo. Además, como sabemos,
en muchos países, el agua es un recurso muy escaso,
o bien está contaminada.
Por eso tiene importancia en tiempos tan convulsos y de tanta
incertidumbre, con varios frentes bélicos abiertos y con sociedades sufriendo
penurias y tribulaciones, que hoy, Día Mundial,hayan escogido un lema, “Agua
para la paz”, con el que se reflexiona acerca de la idea de que el agua puede crear paz o
desencadenar conflictos. No olvidemos que en muchas ocasiones el agua está
contaminada, o escasea, o depende de las fronteras entre diferentes países, y
todo ello crea tensiones.
Por nuestro bien y el del planeta, los países tienen que
cooperar para proteger y conservar el tesoro más preciado de la Tierra: el
agua. La gestión y el uso del agua influyen directamente en la salud pública,
la alimentación, la energía y la productividad económica. La ONU redunda en la
idea de que cuando cooperamos en materia de agua creamos un efecto en cascada
positivo. Claro que hay que generar una conciencia activa para cuidar los
recursos, vitales para la vida de todas especies en el planeta. El agua es un
recurso natural compuesto por moléculas de hidrógeno y oxígeno y que es
indispensable para la vida, un bien considerado como el oro líquido de la
Tierra. Evitar el despilfarro, por tanto, en las islas es primordial. Es una
obviedad pero hay que insistir en ella: se trata de un recurso limitado, en el
que hace falta una mayor toma de conciencia para su preservación, porque si
algún día llegara a escasear, traería consecuencias irreversibles para la
humanidad.
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