viernes, 3 de mayo de 2024

Largo y sinuoso camino

 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se metió en un jardín del  que resultará muy difícil salir. Si desde el ángulo de las formas, ya revestía complicaciones, será necesaria mucha destreza por su parte para acomodarse y sortear el fondo airosamente. El clima no ayuda. Y ya puestos, está obligado a tomar la iniciativa, a sabiendas de que no sumará muchos aliados en el que será, casi con seguridad, un largo y sinuoso camino como el de la balada que compusieron Lennon y McCartney en 1970.

Uno de los flancos --o una de las cuestas, u otra de las curvas-, es el mediático. Es muy delicado. Ahora va a saber lo que es el cuarto poder cuando exhiba todas sus capacidades. Sin misericordia. Lo ha acreditado ya, cuando no se ruboriza, cuando se emplea a fondo como si de una inversión se tratara y en la que no hay que cejar hasta redondearla. Y cuanto más cueste la cabeza del presidente, mejor. El objetivo añadido sería que cuanto más daño cause, mejor. Que no reaccione o quede descabezado durante un largo ciclo.

El caso es que algunos medios y algunos profesionales llevan al límite sus posiciones críticas con el presidente Sánchez. Se las arreglan sin problemas porque no son beligerantes ante el socialismo o ante el partido. Hay un sustrato ideológico, por supuesto, no importa que las empresas editoras se sacudan con éxito en medio de la feroz competencia. El límite lo podrán ellas mismas pues son conscientes de que, por muy fuertes que soplen los vientos ‘trumpistas’, en alguna parcela del campo no se cultiva orégano y aunque el adversario a batir pueda sufrir altibajos, primero hay que guardar las apariencias de respeto al pluralismo y todas esas cosas, y después ser conscientes de que todos los ciclos se agotan y el poderío de hoy, aunque se eleve al cubo, puede ser debilidad mañana.

¿Y qué pasará mañana?, como se preguntaba el comentarista Lázaro Candal en la radio venezolana del pasado siglo esbozando pronósticos deportivos. Imposible acertar. España se encuentra en un proceso histórico de muy intrincadas y convulsas circunstancias que hacen, de por sí, muy enrevesados escenarios. Al menos, con los actuales actores. Y con este clima social –no es ya la polarización sino la pérdida de valores, como la racionalidad y la tolerancia- menos aún.

El presidente del Gobierno, ahora que su partido ha cerrado filas,  y que por muchos aciertos que amontone nunca contará con la aprobación del derechío, debe retomar el pulso político a partir de la realidad socioeconómica plasmada en datos sustancialmente positivos y de iniciativas que le permitan ir timoneando el equilibrio territorial, independientemente del papel que vaya forjando en el marco internacional, donde hay escenarios que son como los egos revueltos que narrara Juan Cruz Ruiz en uno de sus libros y donde cada movimiento de fichas en el tablero hay que medirlo con precisión no sea que las consecuencias resulten luego todavía más difíciles de medir.

O lo que es igual, siendo importante la cuestión mediática, no parece muy atinado concentrarse en la controversia que la acompaña. Hay otros flancos de más envergadura y, si nos apuran, hasta de mayor valor político y patriótico.

 

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