Una fotografía en
la que aparecen el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar
Puente; la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez; y el diputado por
la provincia de Granada, José Antonio Rodríguez Salas, circula en las redes
sociales con el rótulo: “¿Puente y Begoña Gómez, en el concierto de Taylor
Swift? Se ríen en nuestra puta cara”. Y se cita la fecha del 29 de mayo de
2024. En realidad, la fotografía fue publicada por el diputado socialista en su
perfil de Facebook en mayo de 2017. O sea, una prueba clara de lo que es
un bulo o, si lo prefieren, una manipulación.
La aporta en su
sitio digital la Fundación Maldita.es, integrada en el consorcio denominado
FactCRICIS, un proyecto que tiene como fin mejorar las capacidades de las
organizaciones europeas de verificación para hacer frente a situaciones de
crisis. El objetivo de la iniciativa es identificar y desmentir
las campañas de desinformación relacionadas con el cambio climático, fomentando respuestas más rápidas, eficaces
y coordinadas en Europa. El proyecto incluirá el
desarrollo de un paquete de recursos prácticos -el cual combinará herramientas
de Inteligencia Artificial con los conocimientos y materiales de expertos en
materia climática- diseñado para reforzar la preparación de los verificadores
(‘fact-checkers’) europeos a la hora de responder a la desinformación climática y
fomentar la colaboración transfronteriza.
Y aunque el autor de la maldad se cuida -para salvar las espaldas y aparentar la pureza de la
información- de situar entre signos de interrogación el sentido de la oración,
ni siquiera minimiza los efectos, una vez pillado, seguramente a través de uno
de esos potentes buscadores que operan en el denominado sentido inverso.
Imaginen por un momento lo fácil que resulta emplear estas técnicas y las
infinitas posibilidades de alterar la realidad -y eso que la Inteligencia
Artificial (IA) no ha hecho más que echar a andar- hasta inventarse o atribuir
hechos que luego los afectados leerán o visualizarán con evidente sorpresa,
cuando menos.
Esto pone de relieve la afirmación hecha días pasados por María
Andrés, directora de la Oficina del Parlamento Europeo en España, en el curso
de la convocatoria “Desinformación, medios y el futuro de la Unión Europea”,
promovida por la citada Fundación, cuando dijo que “aún estamos en pañales para
luchar contra la desinformación”. Y eso que, según su testimonio, “estamos
mejor preparados que en 2019 y hay mucha sensibilización pero los malos nos
llevan mucha ventaja y hay que continuar”. La iniciativa, por cierto, incluye el
desarrollo de un paquete de recursos prácticos -el cual combina herramientas de
Inteligencia Artificial con los conocimientos y materiales de expertos en
materia climática- diseñado para reforzar la preparación de los verificadores
europeos a la hora de responder a la desinformación climática y fomentar la colaboración
transfronteriza. A propósito, en uno de los debates de la convocatoria, la
ex diputada europea, Beatriz Becerra, advirtió del daño que la desinformación
causa a la democracia, una cuestión en la que venimos incidiendo desde hace
algún tiempo. Y subraya la evolución de las causas, propiciadas muchas veces
por las injerencias extranjeras y la falta de unas adecuadas exigencias
profesionales.
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