Escribe José Luis Orihuela, a propósito de la profesión, que "tal vez nos hemos distraído demasiado con el futuro del periodismo cuando los valores que necesitamos rescatar posiblemente sean los del pasado, los de siempre".
Sencilla reflexión, sabia conclusión. La crisis se está cobrando un buen número de profesionales y unos cuantos medios. Se resiste cualquier alternativa y, en efecto, cuando tras llevar debatiendo lo que no está escrito sobre el periodismo que viene, cuando tanta variables aparecían, cuando tantos ensayos se sugerían, cuanto tanta audacia brotaba sin fin, resulta que todo eso apenas ha servido para hacer frente a los males de nuestro tiempo, a las carencias, a la inviabilidad de las empresas, a las dificultades de supervivencia... Por no haber, ni cajas de resistencia.
Y Orihuela se plantea bucear en el pasado. Valores funcionales: resulta que el contraste, el análisis, la profundidad y el contexto se han vuelto más estratégicos que nunca. O sea, que se habían diluido o se habían evaporado. Los modos de hacer periodismo se alejaron de tales valores: venga, se trataba de coger el micrófono o la cámara, o ponerse ante la pantalla, y soltar. Hablar y decir entremezclando información -si es que así se puede llamar- y opinión -si es que así se puede considerar. Sin ton ni son. No digamos escribir sin tino. Ni una mínima revisión antes de editar. Todo ello aderezado con altas dosis de ignorancia y de falta de humildad. Exigencias, decían, de la inmediatez y de las audiencias. Los avances tecnológicos lo podían todo, lo camuflaban todo, los justificaban casi todo. El papel... el papel aguanta lo que le echen: triste resignación.
Entonces, es primordial volver a los orígenes. Como casi siempre. Es una cuestión de formación, por la que se deben preocupar los profesionales, los que quieren serlo y las propias empresas que quieren confiar a personas cometidos tan serios como los de informar, opinar o comunicar. En los orígenes están la humildad, las ganas de aprender, leer, beber de buenas fuentes, enriquecer conocimientos... Están las cinco preguntas de la pirámide invertida. Y si nos apuran, hasta el sujeto, verbo y predicado para hacer cualquier oración inteligible y directa.
José Luis Orihuela, como buen bregador que se resiste a caer, y porque el periodismo es sangre que corre por sus venas, concluye que hay futuro para el periodismo no complaciente, inteligente, crítico, bien escrito y bien dicho. No será sencillo, en plena crisis, recconquistar estos valores, estas cualidades y estos ideales pero hay que intentarlo porque si no, la proliferación de los vulgarismos, de los subproductos y de los sumideros, basados en la antítesis del periodismo que parte de la idea todo vale, seguirá invadiendo de modo que parezca que todo es así as´hay que aceptarlo.
¡Quién iba a decirlo! El nuevo periodismo debe sustanciarse en las reglas que, por elementales, habían entrado en desuso. Claro, porque igual muchos, ante los avances de la modernidad, las desconocían.
3 comentarios:
Ocurre lo mismo, desgraciadamente, en otros sectores. Hay unas 'memorias de fin de curso' de maestros de principios del siglo XX, que bien podrían ser leídas en profundidad -y asimiladas, a ser posible- por los actuales responsables educativos. Porque en el fondo, si nos fijamos bien, todo se reduce a un problema de educación.
Cuando "el periodismo" no es periodismo sino reflejo de intereses espurios mal lo fían. Habría que recuperar esos principios de los que hablas, amén de la libertad del buen periodista que no conlleve el despido inmediato.
Un saludo
Gracias por las referencias Salvador. Te dejo el enlace al artículo: El periodismo tiene futuro, pero no cualquier periodismo.
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