Están
desmontando el parque San Francisco, paso previo a la actuación
prevista desde el Consorcio de Rehabilitación del Puerto de la Cruz,
tras el concurso de ideas convocado para tratar de llevar a cabo un
dotacional público en pleno centro de la ciudad. Ayer mismo quitaron
las letras que restaban en la fachada principal, prácticamente
desaparecida en su totalidad. Desde fuera se podía apreciar el
esqueleto, los restos de su estructura. En unas pocas fechas, el
solar estará liso y disponible. A ver si no se tarda en la ejecución
del proyecto (Por cierto, es el momento de reiterar lo apuntado en
algún comentario anterior: a ver si dejan algún testimonio o
vestigio del recinto multiusos que sirva para rememorarlo. Allí hubo
acontecimientos relevantes).
Entonando
la despedida al recinto, tiremos de retrospectiva para ir
configurando una breve historia, en la que hay mucho de vivencias
personales, episodios y anécdotas que dieron contenido a su
versatilidad o polivalencia, herencia de una ciudadela, también
conocida popularmente como convoy (de viviendas), calcinada en un
pavoroso incendio que costó (al menos) una vida y del que se salvó
milagrosamente el templo católico, una de las primeras
construcciones civiles del municipio que completaba el conjunto
arquitectónico. En una estancia a la que se accedía desde el
graderío de madera, quedaron actas, documentos y grabaciones del
inolvidable Festival Internacional de la Canción del Atlántico. Y
abajo, donde el sin Par Pepín Castilla, factótum del recinto, montó
un habitáculo que servía de taquilla, de oficina y de cabina de
transmisión radiofónica, habrán pasado a mejor vida planos,
talonarios, gráficos y múltiples utensilios que servían para
cualquier cosa. En distintas épocas hubo
varias remodelaciones internas que sirvieron para obtener distintas
dependencias, respetar una balconada canaria que daba empaque al
recinto y ampliar el escenario donde, entre otros, desfilaron
presentadores de postín: Tico Medina, Isabel Bauzá, Federico Gallo,
Joaquín Prat, Marisa Medina... y las espaldas más famosas, las del
maestro Rafael Ibarbia. Un auténtico logro consistió en abrir un
acceso desde la calle San Juan, adornado con tipología canaria.
Y
es que allí, como hemos contado otras veces, se sucedieron
festivales, actuaciones y espectáculos, algunos de los cuales
tuvimos ocasión de presentar. El parque vino a sustituir al
desaparecido teatro Topham y para los jóvenes de entonces se
convirtió en una especie de pequeño coliseo donde dar rienda suelta
a las inquietudes culturales (sobre todo, teatrales) y otros afanes
artísticos. Allí conocimos éxitos y sinsabores de creadores,
deportistas, políticos e intérpretes.
En
el parque se practicó baloncesto y hubo competición de lucha
canaria, cuando Juan Barbuzano -que llegó de la mano de Manuel
López, el practicante- derribaba nueve y diez adversarios. Y fue
sede de una edición del Boxam, Campeonato de España de Boxeo
Amateur, cuando un empresario alemán, Otto Klaus, probó el primer
equipo de video, en blanco y negro, que había traído de su país.
Fue hasta emocionante poner el agitado relato a la grabación de las
imágenes que luego, de madrugada, contemplamos en su casa. El
parque, para completar este mosaico deportivo, acogió dos o tres
ediciones de las XXIV Horas de Tenis de Mesa que los entusiastas del
Cima Club preparábamos con tanto esmero.
Más
utilidades: escenario de riñas de gallos; mitines políticos -allí estuvieron, entre otros, Txiqui
Benegas, Narcís Serra y Ramón Tamames-; asambleas generales de
entidades y confesiones religiosas; exposiciones artísticas -la de
Pepe Dámaso, auspiciada por la concejala Nieves García, fue
ponderada en medios extranjeros-; conferencias -la de José María
García, al regreso del Mundial de 1978, en Argentina, se demoró por
el llenazo que se registró-; números carnavaleros y festivos;
conciertos y espectáculos, como la final de un concurso de orquestas
que había convocado la COPE Tenerife, en la que fue preciso, en
medio de protestas, cerrar las puertas de acceso puesto que ya no
cabía más gente.
Hasta
se perdió una murga, una aspirante a Miss Europa sufrió una
indisposición antes de desfilar, un alcalde amenazó con prisión al
representante de una cantante si no salía al escenario y el
secretario de un jurado se equivocó con la reina elegida al
transcribir el acta. Pero esas son anécdotas para otra entrega.
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