Los
registros del sector turístico, la evolución de los mercados, las
cifras notablemente mejoradas en algunos destinos y las tendencias
que habrían de perfilarse y consolidarse, a corto y medio plazo, han
refrescado el concepto de fidelización, tan apreciado en un pasado
cada vez más distante. Lugares como el Puerto de la Cruz presumieron
con razón de contar con una legión de clientes repetidores,
aquellos que, bajo unos criterios numéricos de estancia o visitas,
eran distinguidos tanto por una entidad como el Centro de Iniciativas
y Turismo (CIT) como por los propios establecimientos donde se
alojaban, en los que, como más de una vez hemos contado, conocían a
los empleados hasta por sus nombres.
Se
vuelve a hablar de fidelización en medios del sector. Probablemente
para contraponer a otra idea, la de clientes prestados, surgida para
tratar de explicar un crecimiento motivado, en alguna medida, por
ciertas coyunturas de inestabilidad que aconsejan al turista preferir
destinos seguros o menos arriesgados, La fidelización interesa,
claro que sí. Es más, debe convertirse en un objetivo sostenible de
destinos y hoteles. Cuando hay promotores y empresarios que se
preguntan si perderán clientes en caso de subir precios, la
fidelización merece la debida atención, sobre todo si es aceptada
como un factor para hacer frente a la intermediación.
Lo
pone de relieve, en una entrevista aparecida en la publicación
digital especializada hosteltur.com,
el
director de Ventas y Marketing de la firma 'Only you', ponente en el
próximo congreso nacional de Benidorm del presente mes, Alfonso
Pérez, para tratar la relación entre turismo y marketing 'online'.
Tras advertir que 2020 va a ser un año de importantes cambios
derivados de la innovación tecnológica o digital, Pérez es
partidario de trazar una estrategia adecuada y moldeable de manera
ágil a las transformaciones, “pero orientada siempre al dato y
comunicación personalizada con el cliente final”.
De
ahí deduce Alfonso Pérez que “es el momento de fidelizar al
cliente a través de la personalización, de la atracción y de la
emoción”. Entonces, es cuando recobran aprecio los valores que
caracterizaron un largo tramo de la trayectoria de muchos
profesionales que se esmeraron para lograr la mayor confortabilidad y
confianza de los clientes. Cierto que algunas cadenas hoteleras de
renombre internacional disponen de programas que ofrecen incentivos o
ventajas. Pero lo que importa es, independientemente de los
beneficios materiales, que se genere una confianza recíproca entre
establecimiento y cliente. Entran en juego la personalización, la
relación o el trato digamos especial que se entabla entre el
visitante y su lugar de alojamiento durante su estancia vacacional.
Algunos expertos corroboran la impresión de que el conocimiento del
cliente facilita la competitividad y la personalización del
servicio. Esto significa que las acciones de fidelización deben ser
sustanciadas en la identificación de aquellos huéspedes que ofrecen
una mayor rentabilidad y tratarles con una actitud de gratitud,
lealtad y fiablidad. Ello influye en el fomento de aquel método que
no pasa de moda: el “boca-oído”, determinante para hacer una
evolución humanizada y duradera del producto. Las
experiencias, según Alfonso Pérez, son lo que aportan valor e
inciden en la fidelización.
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