“¡Gentes! Mirad atrás, al pasado escrito en mis huellas, a mi fe balbuceante presa de mi propia libertad…”.
Son frases extraídas de la composición Free yourself! (Libérate!), título de un elepé y de su canción principal, interpretada por el grupo Los Canarios y Eduardo Teddy Bautista. Apareció en 1970 y circuló con un notable éxito. Muchos años después, en 2009, formó parte de la banda sonora original de la película Al final del camino, una comedia romántica y divertida, dirigida por Roberto Santiago. Free yourself! fue la consagración de aquella banda que cautivó a la juventud de entonces con un sello original, muy propio y con una excelente proyección.
“¡Gentes! Y la noche gris amaneció azul y brilló una luz, quebró mis cadenas y desató la lucha…”, por repasar la letra de aquel índiscutible éxito. Quién le iba a decir a Bautista, cincuenta y un años después, que aquellas frases cobrarían una singular vigencia tras conocerse una sentencia de la Audiencia Nacional en la que se le absuelve, junto a otros nueve acusados, de presuntos delitos de apropiación indebida y administración desleal, entre otros, relacionados con el desvío de fondos de la entidad en el llamado caso ‘Saga’. La fiscalía pedía entre doce años y medio y dos años de prisión.
Es fácil hacerla pero es inevitable la pregunta: ¿quién y cómo se reparan las consecuencias? Bautista presidió la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) entre 1995 y 2011 cuando presentó su dimisión tras haber sido detenido por un presunto desvío de fondos del que ahora es absuelto, diez años después. Justicia lenta, por supuesto, aunque la complejidad del caso requería minuciosos estudios y cálculos.
Pero el pasado estaba escrito en sus huellas hasta que brilló la luz que quebró las cadenas y desató una feroz lucha para probar que las acusaciones eran infundadas y no revestían comisiones delictivas. No sabemos lo que harán Teddy y sus abogados, mucho menos los otros nueve acusados y ahora absueltos. El daño ya está hecho: unos años perdidos y un estigma del que, eso sí, ahora se libera. Su fe pudo balbucear pero al menos ya la libertad no la aprisiona.
Un paisano observador, con buena memoria, recuerda que aquellas detenciones se hacían con las cámaras de todas las cadenas presentes. Y del juicio se informó o se publicó muy poco, a veces ni una línea. Hasta la sentencia. Añade que el grupo Prisa se ahorró unos cien millones de derechos de autor. Y remata que el PSOE se ahorró los gastos que le debía al citado grupo editorial y mediático de dos campañas electorales.
Ahora, al cabo de una década, los tribunales de justicia aclaran y precisan hechos para conocer otra versión de la historia. Es lo que se llama las cosas en su sitio. Pero, ¿quién repara o compensa los efectos? La noche ya no es gris y la liberación del miedo errante –o eso decía otra estrofa de aquella canción- sigue camino adelante.
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