En todas las guerras
siempre corre sangre inocente, se dirá. Pero hechos como el ocurrido ayer en
Gaza, solo merecen la reprobación. Era la sangre de los cooperantes, de quienes
están –estaban- allí para ayudar. La crueldad de los israelíes no tiene nombre,
como otras muchas acciones, en este y otros muchos otros conflictos. Israel lo
negará pero, por lo que se va sabiendo, quedan pocas dudas de un ataque
premeditado a las unidades de la World Central Kitchen, la ONG del maestro José
Andrés, que estaban allí para socorrer, para ayudar, para impedir que se
prolongara la masacre. ¡Qué crueldad! La guerra va de mal en peor: las partes
lo saben. Y la incapacidad de los humanos sigue creciente. De qué vale condenar
y aclarar el brutal ataque, para qué sirve indignarse si la sinrazón lo puede
todo. Que cese el fuego de una vez.
Un poco de
comprensión… y de humanismo, por favor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario