Eso de convocar conferencias de prensa y no admitir preguntas va a costar muy caro para quienes lo pongan en práctica. Eso sí: cabe confiar en una respuesta unitaria de medios y profesionales, en forma de boicot, o sea, no acudir y no cubrir la convocatoria. Esa respuesta es crucial si se quiere erradicar una fórmula reprobable y que limita, cuando menos, la libertad de información. Quien no admita interrogantes en un acto informativo, que no lo convoque, que envíe un comunicado. No es la alternativa ideal, no favorece plenamente la información pero es mejor antes que limitarse a leer y despedirse cortésmente.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha tomado la iniciativa después de que numerosos profesionales participaran en una red social oponiéndose a este tipo de comparecencias. El presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Iñigo Urkullu, es el último en realizarlo. La presidenta de la FAPE, Elsa González, ha sido tajante: “Si cedemos, acabarán dañando la libertad de información”. Los límites al ejercicio del periodismo, en plena eclosión de la sociedad del conocimiento, no sólo no están bien vistos sino que pueden dañar los pilares de la convivencia de la convivencia democrática y plural. Cierto -por decirlo todo- que hay algún periodismo igual de reprochable que la fórmula que se está criticando pero eso es parte de los gustos, preferencias o credibilidades de cada cual. Igual que no se espera que un periódico conservador dispense un tratamiento ecuánime o equilibrado a un hecho o cargo público progresista, tampoco es positivo que el lector, el radioyente o telespectador se vea privado de lo que, un suponer, interesaba saber en ese momento por parte del medio.
Hacia las organizaciones políticas apunta la FAPE. Cuando la precampaña electoral está poniendo en evidencia muchas cosas, algunos creen que lo mejor es no exponerse a preguntas incómodas o difíciles que den lugar a respuestas que se interpretan o se prestan a menciones negativas. Eludir las preguntas en directo, on line, no es un timbre de plenitud ni distinción informativa para quien lo practique. Leer la declaración es importante, es el testimonio directo de viva voz e imagen, pero no basta. Es como una invitación al pensamiento único o el déja vú de aquella unidad de acción o imagen tan rígida de tiempos pretéritos.
La recomendación de la FAPE es clara: rechazar las convocatorias que vengan condicionadas por “preguntas, no”.
Ahora sólo hay que cumplirla.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha tomado la iniciativa después de que numerosos profesionales participaran en una red social oponiéndose a este tipo de comparecencias. El presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Iñigo Urkullu, es el último en realizarlo. La presidenta de la FAPE, Elsa González, ha sido tajante: “Si cedemos, acabarán dañando la libertad de información”. Los límites al ejercicio del periodismo, en plena eclosión de la sociedad del conocimiento, no sólo no están bien vistos sino que pueden dañar los pilares de la convivencia de la convivencia democrática y plural. Cierto -por decirlo todo- que hay algún periodismo igual de reprochable que la fórmula que se está criticando pero eso es parte de los gustos, preferencias o credibilidades de cada cual. Igual que no se espera que un periódico conservador dispense un tratamiento ecuánime o equilibrado a un hecho o cargo público progresista, tampoco es positivo que el lector, el radioyente o telespectador se vea privado de lo que, un suponer, interesaba saber en ese momento por parte del medio.
Hacia las organizaciones políticas apunta la FAPE. Cuando la precampaña electoral está poniendo en evidencia muchas cosas, algunos creen que lo mejor es no exponerse a preguntas incómodas o difíciles que den lugar a respuestas que se interpretan o se prestan a menciones negativas. Eludir las preguntas en directo, on line, no es un timbre de plenitud ni distinción informativa para quien lo practique. Leer la declaración es importante, es el testimonio directo de viva voz e imagen, pero no basta. Es como una invitación al pensamiento único o el déja vú de aquella unidad de acción o imagen tan rígida de tiempos pretéritos.
La recomendación de la FAPE es clara: rechazar las convocatorias que vengan condicionadas por “preguntas, no”.
Ahora sólo hay que cumplirla.
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