Por
primera vez en la historia del Índice de Confianza Social que
elabora el ESADE, una institución académica universitaria sin ánimo
de lucro que, desde 1995, forma parte de la Universidad 'Ramón
Llul', los medios de comunicación han bajado de los cien puntos.
Mala noticia, que abunda en la pérdida de credibilidad, factor en la
centralidad de cualquier debate donde se trate la cuestión. Los
males del periodismo y de la comunicación laten en las percepciones
sociales y cuando es posible contrastarlos en trabajos científicos
de investigación es lógico que suba el termómetro de los
profesionales, de las empresas y de los consumidores de información.
Porque
la confianza social, según la definición de la propia ESADE,
contribuye a la estabilidad institucional, al progreso económico y
al desarrollo humano de los países. Precisa que su medición permite
tomar el pulso a la sociedad e identificar sus percepciones hasta el
punto de que los indicadores favorecen el conocimiento de cuáles son
las sensaciones de bienestar y seguridad.
En
la última entrega del Índice, los medios de comunicación vuelven a
perder peso en lo que se llama ranquin de confianza, hasta el punto
de perder la segunda posición, tras un desplome de más de diez
puntos. Eso significa que la educación les adelanta y la vivienda de
sitúa inmediamente detrás.
Con
la metodología seguida, los resultados permiten medir en una escala
de cero a doscientos puntos, situándose en cero el concepto de
desconfianza; en cien, la situación de equilibrio y en doscientos,
la confianza. La primera registra 98,9 puntos, en tanto que el
presente se queda en 91,8 y las expectativas, en 106,1. Para que nos
hagamos una idea de la progresiva pérdida de confianza solo hay que
que comparar los resultados de las entregas del Índice: en marzo de
2017, el valor general de la confianza en los medios de comunicación
era de 108,6/200; y en septiembre del año pasado, solo seis meses
después, ya había descendido hasta los 98,9/200. Lo verdaderamente
preocupante es el indicador de la confianza actual que se sitúa en
los 91,8/200 puntos, una caída de 10 puntos. Y en cuanto a las
expectativas, un descenso de 9,3 puntos es sinónimo de no muy claros
horizontes, aunque la diferencia entre una y otras (presente y
futuras) sea de 14,3 puntos, medio punto más que en la medición
anterior.
En
el desglose de los datos, llama la atención que las mujeres confíen
más que los hombres. Y que los más jóvenes y los jubilados sean
los segmentos que más confían en los medios de comunicación, con
108,3/200 y 105,5/200 puntos de valor general. En el plano
ideológico, se repite un fenómeno característico de este estudio
específico desde que comenzó a ser elaborado: entre el nivel de
confianza de una izquierda más crítica o desconfiada (82,0/200
puntos) y una derecha sistemáticamente más optimista (112,1/200
puntos) se abre una brecha importante que llega a ser de 30 puntos.
Finalmente, en lo concerniente al nivel de estudios, otros registros
llamativos: el segmento con estudios elementales registra la
confianza más alta (133,3/200 puntos) y unas expectativas aún más
elevadas (144,8/200 puntos). A medida que el nivel de estudios va
aumentando, la confianza tiende a disminuir, hasta llegar a los
80,3/200 puntos del segmento con estudios superiores.
En
definitiva, que debemos hacernóslo mirar. En pleno proceso de
avances tecnológicos y de cambios en el modelo de negocio, cuando
predominan vicios, sesgos y hasta deformaciones y algunos medios
tratan de subsistir olvidándose de preceptos elementales del
periodismo, mantener la confianza -en este caso, ganar- de los
consumidores de información se convierte en un objetivo inaplazable.
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