Los procesos de digitalización están resultando determinantes para
impulsar el crecimiento del sector turístico español y su incidencia en la
economía productiva. Los datos globales son reveladores: en el año 2017, más de
mil seiscientos cincuenta y seis millones de viajeros (un 20 % más) pudieron
embarcarse en todo el mundo, gracias al sistema Amadeus; mientras que
casi quinientos sesenta y nueve millones de reservas aéreas (un 6,3 % más)
fueron realizadas a través de agencias de viajes.
El director de Relaciones Institucionales para Europa en Amadeus IT,
Juan Jesús García Sánchez, ha confirmado, en efecto, que la digitalización
en las empresas y en el sector público del turismo se ha convertido en un
factor estratégico, “lo que permite ofrecer un servicio más eficiente al
viajero tanto internacional como nacional”.
Lo importante es que, en efecto, las empresas sean cada vez más sensibles
a los avances tecnológicos que son un elemento cada vez más importante de la
competitividad con la que hacer frente a las demandas y a los retos del
mercado. Los actores que operan en el medio turístico son conscientes de que
sus respuestas a las demandas son primordiales no solo para la promoción de
destinos o productos sino para la gestión del desplazamiento y alojamiento de
los turistas.
La evolución de los procesos digitales debe servir también para evaluar
la sostenibilidad de las ofertas, un auténtico reto para apuntalar la posición
de España como destino de primer orden, actualmente el segundo del mundo, por
delante de Francia, Reino Unido e Italia. Ya todo da a entender que la
recuperación turística de países en áreas estratégicas, como la ribera
mediterránea, obliga a los máximos esfuerzos no solo para matener cuotas de
mercado sino para fortalecer los rasgos y las características propias de la
oferta española.
Por lo tanto, todo lo que se haga para potenciar y mejorar los recursos
tecnológicos será una inversión productiva. Es difícil creer que, a estas
alturas, la práctica totalidad del sector no esté ya persuadido de que se hace
difícil funcionar -y competir- sin una dotación avanzada de recursos técnicos
con los que integrarse en los procesos de digitalización. Si se acepta que hay
una fase económica expansiva que favorece el crecimiento del mercado vacacional
mundial y europeo, hay que corresponder con unas prestaciones adecuadas.
Cierto que para mantener el posicionamiento de España se requiere
seguir desplegando un trabajo imaginativo, en el que los sectores público y
privado están obligados a coordinar y entenderse; pero es igual de importante
que la inversión en equipamiento informático y en la profesionalización
correspondiente robustezca las respuestas a las exigencias de los clientes y
usuarios.
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