Le
vimos actuar hasta en tres ocasiones. Al final de una de ellas, en el
parque San Francisco, cuando departimos unos minutos, aclaró que “la
tierra donde África es hermana”, verso de una de las estrofas de
Mi
tierra, mi gente (una
de sus primeras composiciones), era Andalucía y no Canarias, como
pudiera interpretarse.
En
su día, compramos aquel single,
con
una cara B titulada Los
ojos. Luis
Eduardo Aute, su música, su poesía, gustaban desde los albores de
juventud, cuando la canción de autor, la canción protesta, se
abrían paso en un país que quería convivir de otra forma. El canto
desgarrado de Aleluya
“...Sombras
sobre luces/ en la clara oscuridad/ de este mundo absurdo/ que no
sabe adónde va…”;
y
los anhelos galopantes de Rosas
en el mar
“Voy
buscando la razón de tanta falsedad/. La mentira es obsesión y
falta la verdad/. ¿Qué ganarán? ¿Qué perderán?/ Si todo esto es
falsedad/. Es más fácil encontrar rosas en el mar…”,
eran referencias de la creatividad de un Aute con voz poderosa y estilo austero, al que pudimos ver años después en tres escenarios diferentes.
eran referencias de la creatividad de un Aute con voz poderosa y estilo austero, al que pudimos ver años después en tres escenarios diferentes.
Siempre
fiel a ese estilo, fue desgranando su voz y su poesía abriéndose a
otros campos artísticos, como la pintura, y hasta hizo alguna
incursión en el cine. El creador constante y comprometido, el que
siempre decía algo en cada entrega, en cada aportación. Ya en los
años setenta, aquellas
Canciones de amor y muerte
reafirmaron que era una de las voces preferidas de la Transición
política, como acreditó en Forgesound,
un
ejercicio de divertimento todavía hoy utilizado como testimonio
crítico de vicios y pecados domésticos.
Hasta
que llegó Al
alba, una
de sus obras principales cuyos secretos y sus mensajes acaba de
desvelar la historiadora tinerfeña Milagros Luis Brito en un
sugerente y evocador texto de su producción. La canción,
contrariamente a lo que se creía, está dedicada al sufrimiento de
los últimos condenados a muerte del franquismo.
El
Aute intimista, que seguía enamorando, nos dejó también un espacio
imaginario de libertad, un lugar onírico,
Albanta.
El álbum del mismo nombre lo plasma.
Después,
una evolución caracterizada por la experimentación, por la lucidez
y la reflexión constantes. Por los escenarios y las grabaciones
compartidas, como sus dúos con Silvio Rodríguez. Hasta que don
corazón hizo sus advertencias y un sábado de abril dio su último
latido.
Pero
siempre nos quedarán su voz y sus trazos. Siempre nos quedará Aute.
Que sepa el artista que siempre trataremos de encontrar rosas en el
mar.
Día
21 de la alarma
El
cono señal de tráfico que han dejado en el centro de la calle,
según nos asomamos al balcón, sigue ahí. Alguna función debe
cumplir. O no. O es un mero olvido y todo el mundo lo respeta en
medio de la pandemia.
Es
otro sábado de expectación: todo da a entender que se prolongará
el tiempo de confinamiento. No vendrá bien a quienes comemos o
pinchamos entre horas, cualquier cosa, un dátil, una fruta ¿una?,
un quesito, un
snack,
porque este desorden alimenticio sustancia la obesidad. Ya se nota.
No
hay que lanzar voladores pero los datos que se conocen de Canarias y
la sostenibilidad de las acciones que se están ejecutando dan a
entender que se tiende a la estabilización y que se ha alcanzado el
pico. Claro que no hay que bajar la guardia. La situación en
residencias y centros de mayores debe seguir preocupando.
A
mediodía se conoce el fallecimiento de Luis Eduardo Aute. Desde un
edificio próximo se escuchan algunas grabaciones, no parece sonido
de radio. La voz de Aute es peculiar, sugerente, intimista. Milagros
Luis ha escrito un texto muy sentido, desde las entrañas, y así se
lo hacemos ver.
El
presidente Sánchez comparece y confirma la prórroga del estado de
alarma, hasta el 26 del presente mes. Hay que dar cuenta y
solicitarla al Congreso de los Diputados. Realista en su declaración
institucional y firme en sus convicciones, consciente del delicado
trance. Subrayando el esfuerzo de quienes luchan sin desmayo para
superarlo. Una frase, un deseo, una voluntad: “Doblegar la curva y
dejar atrás el pico”. Entre las respuestas, la aceptación de una
fórmula similar a la de los recordados Pactos de La Moncloa. La
reacción en redes no se hizo esperar: Pablo Casado, del Partido
Popular, dice que “la lealtad y la unidad exigen eficacia y
transparencia”. A ver si cunde.
La
voz del baritono o tenor invisible suena atronadora en la tarde
sabatina. Algunos viandantes, que la oyen, elevan sus miradas, en
busca de la identificación o la localización. Su voz se suma a la
de los aplausos que homenajean a cuantos se han volcado para contener
la pandemia.
Buena
noticia para terminar la jornada: el doctor Lluis Serra, catedrático
de Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria,
portavoz del comité de expertos que asesora al Gobierno autónomo,
declara que las islas han superado el pico de contagios e ingresos
hospitalarios. “Ahora hay que hacer bajar la curva en picado”,
afirma.
Ya
lo sabemos.
1 comentario:
Más que un compás de espera que diría un músico de la talla del fallecido AUTE,todos esperamos por un compás de esperanza frente a la curva que todavía no acaae de doblegarse del todo,
Salud a todos.
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