viernes, 3 de abril de 2020

TURISMO EN TRANCE


La Organización Mundial de Turismo (OMT) ha estimado que los ingresos se desplomarán en unos cuatrocientos diez mil millones de euros. Y es que con las restricciones de viaje actuales, el turismo caerá un treinta por ciento respecto a 2019. Preparémonos pues para una situación de verdadera crisis: menos beneficios, menos empleo, mercados colapsados, destinos esclerotizados…

La OMT ha creado su comité de crisis que tiene la misión de de guiar al sector en la respuesta que debe dar tras la pandemia y construir las bases de la resiliencia futura y el crecimiento sostenible. Han incluido en ese comité organizaciones internacionales, públicas y privadas, para intentar garantizar respuestas coordinadas, comprometidas y productivas.

Estemos atentos entonces a su trabajo, una vez asumido el impacto universal de la pandemia. De “una emergencia social y económica sin precedentes”, habla la Organización. Turismo y transporte, en efecto, son de los sectores más golpeados por la crisis. Teniendo en cuenta su peso en el Producto Interior Bruto (PIB) de numerosos países, el objetivo prioritario es la recuperación. Y seguidamente, “volver mejor al crecimiento”. Imposible vaticinar la duración del proceso pero que hay que afrontarlo, seguro. Porque es imprescindible, según el secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili, “mitigar el impacto en el empleo y la liquidez, proteger a los más vulnerables y prepararse para la recuperación”. Desde luego, se avecinan cambios en ambos sectores. La respuesta, añade, debe ser rápida, unida, coherente y ambiciosa.

Para la OMT, gestionar la crisis y paliar el impacto, es el primer campo de actuación, delimitado en una guía que consigna hasta veintitrés recomendaciones que abarcan desde el mantenimiento del empleo a la promoción del desarrollo de competencias y la revisión de tributos, normativas y tasas relacionadas con los viajes y el turismo. Los alcaldes y concejales delegados de municipios turísticos tendrán que hacer un gran esfuerzo para reordenar y racionalizar sus ámbitos. También el empresariado y las centrales sindicales.

Suministrar estímulos y acelerar la recuperación serían otras coordenadas en las que hay incluir el levantamiento de restricciones de viajes tan pronto como la emergencia sanitaria lo permita, así como las políticas fiscales favorables. La aceleración dependerá de que el turismo figure en un lugar destacado de los planes de acción y recuperación de los gobiernos de los respectivos países. Atención al impulso al marketing y a la confianza de los consumidores. Se avecinan innovaciones en el plano tecnológico y aunque se insista en la atención personalizada y en los servicios de atención al cliente como soportes del éxito para remontar, el manejo y el desenvolvimiento para gestiones de todo tipo en redes y funcionamiento interior, serán determinantes.

Precisamente, la OMT advierte que hay que prepararse para el mañana. Si se acepta que el turismo va a encabezar el crecimiento a escala nacional y local, habrá que convenir en que su contribución a la Agenda de Desarrollo Sostenible y al fortalecimiento de la resiliencia, será decisiva. Hay que ser muy conscientes de ello, es decir, no se trata de una asignatura para otros. Por eso, se recomienda la elaboración de planes de preparación para aprovecharlos y afrontar la transición a la denominada economía circular.

Día 19 de la alarma

Hoy se espera un día de sacudida, cuando se conozcan los datos del paro. Habrá que temerse lo peor mientras las luces del alba y los sonidos del silencio despiertan como si de un ejercicio rutinario se tratara.

Las otras cifras, las de la pandemia, siguen escociendo, a su ritmo diario, aunque las sanaciones alimenten un rayo de esperanza y más que eso, los testimonios de las personas mayores que salen entre aplausos de las unidades de cuidados intensivos. Son todo un estímulo, como los de los niños que hacen de todo en casa para sobrellevar su encierro. Hoy es el día del autismo, por cierto. Ánimo. Siempre fue difícil; ahora más.

En efecto, miles y miles de parados más. Desde que se decretó la alarma, a mediados de marzo, la destrucción de empleo avanzó sin piedad. El mercado laboral y el índice de cotizaciones sufren un verdadero seismo. Solo en Canarias dejaron de cotizar a la Seguridad Social diecinueve mil novecientas sesenta y cuatro personas. Ya estamos por debajo de los ochocientos mil cotizantes. El paro se ha disparado casi un diez por ciento. Desde Europa llega alguna información alentadora sobre ayudas específicas (cien mil millones de euros) para mitigar los efectos en todos los países de la Unión.

Comparece la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien revela que se aproxima al cuarto de millón los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (Ertes) a escala autonómica. El dato, por lo que explica, no es real del todo, teniendo en cuenta que algunas comunidades autónomas, entre ellas Canarias, no están colaborando mucho al no facilitar los datos correspondientes. Llama la atención la agilidad en la tramitación de las solicitudes. Por otra fuente gubernamental, sin embargo, se sabe que hay más de quince mil solicitudes de esa regulación, de las cuales unas catorce mil ciento veinte están motivadas por causa de fuerza mayor.

Desde el Instituto de Enseñanza Secundaria de La Vera agradecen la mención a su trabajo audiovisual en esta suerte de diario de la alarma, en tanto que los profesionales del sector turístico, los veteranos y los que aún ejercen, expresan sus opiniones y análisis en torno al futuro del sector. Se dan ánimos, vislumbran algunas señales (como el anuncio de compañías aéreas que programan fechas de reanudación de actividad) e intercambian criterios que convergen en un hecho: la pandemia es mundial y afecta a países que son (han sido) mercados emisores. Ellos también tienen que recomponerse. Por eso, seguro que el gerente de la patronal hotelera, Juan Pablo González, afirma que la salida a la crisis “será lenta e incierta”.

En algunas instituciones públicas afloran las primeras decisiones de responsables que deciden o acuerdan reducir las retribuciones. El pueblo, si se nos permite, esperaba y espera gestos así, que, sumados, pueden representar una contribución a la cobertura de gastos para atender las necesidades más perentorias en personas y colectivos que no lo necesitan; pero, sobre todo, han de interpretarse como una acción que haga disminuir la desafección y el rechazo hacia la política. Algunos disfrutan hasta el insulto con estas cosas y eso no es bueno, porque el ejercicio de la actividad política ha de ser digno y respetable. Una recomendación para los implicados: hagan un esfuerzo de entendimiento y unidad, alcancen un acuerdo lo más global posible y no den un espectáculo. Si hay pérdidas o restricciones en todas partes, se debe corresponder.

El aplauso de las siete viene acompañado esta vez de vehículos que circulan con banderas nacionales. No hagamos de ese gesto de gratitud, manifestado desde ventanales, terrazas y balcones, un tragicómico aprovechamiento de los sentimientos más humanos.


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