Y
eso que casi todo estaba a favor…
Casado,
con rostro demudado, había recibido una tunda de Echenique,
adecuadamente secuenciada, a partir de una frase de la ministra
portavoz, María Jesús Montero: “Estamos mal pero menos mal que
estamos”. El portavoz de la ultraderecha, Santiago Abascal,
consciente del escenario pero da igual, rubricó sus soflamas
mitineras, anunciando unas manifestaciones para mañana sábado.
Edmundo Bal, portavoz de Ciudadanos, siguió al pie de la letra las
indicaciones de Arrimadas (a su pesar, posiblemente) y confirmó el
voto favorable pactado la noche anterior, aunque dejó bien sentado
al presidente que “no cuente con un nuevo socio” sino con un
partido que quiere recuperar posiciones en el conjunto del Estado,
por lo que habrá de acreditar cintura política, máxime teniendo en
cuenta sus ententes en otras comunidades. El PNV, Ana Oramas e Iñigo
Errejón habían dado su sí y la portavoz de EH Bildu, Mertxe
Aizpurúa, aunque sin alardes explícitos, entreveraba la abstención,
posteriormente consumada. Casi todo estaba a favor… Y la prórroga
del estado de alarma salía airosa.
Pero
la noche traía una sacudida que rompió esquemas. En un documento
que firmaban representantes de PSOE, Unidas Podemos y la citada
formación vasca, se expresaba la voluntad de promover la derogación
de la reforma laboral. Lo que sigue a partir de ahí es una auténtica
crisis política y gubernamental. Y no porque se documentara
públicamente un hecho, afrontar una nueva norma que regulase el
ámbito laboral, que figuraba en los respectivos programas
electorales y hasta en el discurso de investidura del presidente,
sino por el momento en que se anuncia y por las formas que se siguen.
El
desacierto es de los clamorosos. Y hasta resulta indigerible. Que un
Gobierno de coalición, con las cartas a su favor, no haya sabido
medir la oportunidad de dar a conocer un pacto suscrito para un
cometido políticamente tan relevante, que exigía diálogo social y
negociación amplia, ha dado la sensación de haber perdido los
papeles, mejor dicho, el control de la situación. Se puede entender
que, tal como están las cosas, el presidente Sánchez haya jugado a
dos bandas, tratando de asegurar la prórroga. Si fue así, la vieja
máxima, cuando se negocia a dos bandas, siempre se descubre, y no
hay vencedores, se ha vuelto a cumplir. ¿Era indispensable obrar de
esa manera?
Mire
el Gobierno las repercusiones: expuesto a críticas de la oposición
(se ha llegado a hablar de ocultismo y de negociar a espaldas del
Parlamento; la dio oxígeno); a fisuras (se supone que de las
gruesas) en el seno del propio ejecutivo (estas son las cosas, en
efecto, que levantan grietas en todas las coaliciones pues algunos de
sus integrantes terminan enterándose por los medios de
comunicación); y a rechazos drásticos por parte de las
organizaciones empresariales que se desmarcan incluso con la ruptura
de relaciones en tanto a las centrales sindicales les pilló con el
pie cambiado y no tuvieron otro margen que admitir su desconcierto.
Para qué hablar de los desmelenados sectores políticos y sociales
vociferantes e iracundos que estaban esperando a algo así para
redondear sus tachas y sus etiquetas con afanes descalificantes. El
Gobierno les abonó el terreno y ahora, a ver cómo sale del
pastizal. Lo de menos es que haya habido una aclaración en la
terminología del documento suscrito o que la vicepresidenta
económica, Nadia Calviño, haya reaccionado ipso
facto para
obligar a modificar los contenido, hasta tildar de absurda la
pretensión derogatoria. Y que el día después, se sucedieran las
matizaciones y las expresiones de dilación. Lo importante, a nuestro
juicio, es la pérdida de credibilidad. Y que haya brotado una
tensión intragubernamental innecesaria, mala para seguir haciendo
política y tomando decisiones. El Gobierno aguantaba los chaparrones
y las provocaciones de las algaradas callejeras. Ha venido acertando
Pedro Sánchez con no polemizar cuando lo importante era y es frenar
el virus y salir de la pandemia.
Pero
se encendió la bombilla y lejos de alumbrar, se desató el enredo. A
ver cómo salen de la crisis, sobre todo con ese crédito menguado.
Nadie reparó en que las formas, en política, son muchas veces
decisivas. Y en que hay que pensarlo bien antes de rematar. Nadie
pensó, en fin, en el día después. Con casi todo a favor.
Día
68 de la alarma
Hoy
se conmemora el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el
Diálogo y el Desarrollo. Es un día apropiado para preparar o
compartir algo de nuestra cultura. La diversidad se aprecia a través
de distintas manifestaciones: creencias religiosas, trabajo, música,
lenguaje, arte y toda actividad humana. De alguna forma, en todo lo
que hacemos, las personas reflejamos nuestra cultura como comunidad,
sociedad o nación. Estas características no solo son hermosas e
ilustrativas sino que enriquecen nuestra vida espiritual, moral,
afectiva e intelectual.
A
media mañana pasan tres helicópteros guardando una alineación que
parece triangular. El ruido parece el de un solo rotor. Hasta los
efectivos de la compañía Aqualia que limpian los imbornales de la
intersección Nieves Ravelo-José de Arroyo se fijan en ese paso.
Hay
otro ruido, el político, el derivado de una decisión
desconcertante, sobre todo por el momento en que fue adoptada,
después de la aprobación de la prórroga del estado de alarma. De
ella nos ocupamos en la primera parte de esta entrada que se
publicará mañana en
Diario de Avisos.
PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu pactan afrontar la derogación de la
reforma laboral. No es de ello no se hubiera hablado antes, andaba en
programas, discursos e intervenciones. Pero la inoportunidad es
evidente. Las formas son también inaceptables. Es un revés, es la
apertura de una crisis que sacude al ámbito político y social. A
esta hora circulan las matizaciones y las reconsideraciones pero se
palpa el descontento de unos y el desconcierto de todos.
Los
ayuntamientos canarios quieren ponerse de acuerdo para una reapertura
segura de las playas en la fase 2 de la desescalada. Habrá que
aguardar al martes, fecha en la que la Federación Canaria de
Municipios (Fecam) espera tener dispuestas las recomendaciones
específicas. Se trata de evitar los focos de contagio. División,
balizamiento y aplicaciones tecnológicas serán los fundamentos de
un adecuado uso de las zonas de baño. Los municipalistas elaborarán
un decálogo con recomendaciones generales, adaptado a las
peculiaridades en el marco de la normativa estatal y respetando la
propia autonomía municipal.
Tres
días consecutivos en Canarias sin fallecidos a causa de la COVID-19.
La cifra se mantiene en los ciento cincuenta y cinco del lunes
pasado. Tenerife, la isla más afectada, con mil quinientos cincuenta
y cinco casos declarados. En las particulares estadísticas norteñas,
otro dato llamativo: veinticuatro altas.
En
el sector turístico siguen muy expectantes para saber cuándo se
reanudará la actividad. La vicepresidenta cuarta del Gobierno y
responsable de la desescalada anuncia en una jugosa entrevista con la
agencia EFE que los turistas extranjeros, en máximas condiciones de
seguridad, llegarán a nuestro país desde mediados de julio. Se
quiere evitar riesgos: “Una apertura masiva podría significar una
irresponsabilidad”, afirma la ministra.
Hoteles
y establecimientos deben aprovechar este mes y medio que resta para
completar las adaptaciones a las nuevas exigencias. Ya falta menos.
1 comentario:
Salvador, mi comentario es para la parte primera, antes del 68 (no es que me parezca mal después).
Chico, ¡Lo has bordado!
En familia, esta mañana, hemos tenido una discusión-coloquio y, si hubiera leido tu artículo, lo hubiera lanzado al coloquio y me hubiera desquitado del problema de razonar. Coincido con tu planteamiento...y eso que ya vas siendo mayorcito...o será por eso.
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