Vencido el primer trimestre del año y a punto de liquidar la Semana Santa –uno de esos períodos del almanaque que se traza para planificar, generar expectativas y ya veremos qué pasa-, la recuperación del sector turístico sigue siendo una asignatura pendiente, acaso porque preponderan circunstancias que condicionan o limitan cualquier intento bien fundamentado para hablar de que la reactivación y esa recuperación son factibles. Hay temores latentes: ni las aerolíneas han despejado sus horizontes ni los resortes de los mercados emisores parecen engrasados. Muchos establecimientos siguen inoperativos y aunque los teóricos, los investigadores y los consultores han emitido informes y estudios de todo tipo para barruntar los derroteros del sector servicios, lo cierto es que hay un estancamiento o una parálisis, si lo prefieren. Se ha cumplido ya un año de la declaración del estado de alarma, apenas interrumpido. Los anuncios no se materializado; al contrario, han aparecido nuevas cepas, los gobiernos se lo toman cada vez con más cautelas, los retrasos en los procesos de vacunación son palpables, grupos de ciudadanos incumplen sistemáticamente las indicaciones que son cursadas para prevenir y evitar más contagios… Hasta que se palpa que va pasando el tiempo sin avances, para quienes quieren viajar o disfrutar de alguna estancia vacacional y desespero de empresarios y trabajadores. Las excepciones a esta tónica son a cuentagotas, de modo que la dinamización, como tal, es prácticamente imposible.
Por eso, ceñidas a la movilidad o al transporte, llaman la atención algunas informaciones que anticipan que algo se mueve, pero… Ejemplo: los propósitos de la compañía aérea irlandesa de bajo coste, Ryanair, que quiere operar en nuestro país durante el próximo verano quinientas ochenta y dos rutas y dos mil quinientos vuelos semanales. No son cifras exiguas, vale, pero muchas dudas condicionan las cuarenta y ocho conexiones a nuevos destinos, que figuran en la programación, en concreto de Francia, Portugal, Dinamarca, Italia Rumanía y Grecia. Los ejecutivos de la compañía confían en que la temporada veraniega se disparará e impulsará el tráfico aéreo en el país, determinante para una normalización de la actividad turística. Según han revelado, de de este programa de casi seiscientas rutas, más de setenta son domésticas. La operativa será cubierta con sesenta aviones que basará en España y generará unos mil ochocientos empleos a escala local. El programa se extiende desde este verano a marzo de 2022.
El director de marketing de Ryanair, Dara Brady, ha declarado que “a medida que los programas de vacunación avancen en los próximos meses, el tráfico aéreo se disparará este verano. Nuestra programación de este período cuenta con más de dos mil quinientos vuelos semanales”. Fuerteventura, por cierto, es uno de los nuevos destinos seleccionados por la compañía irlandesa.
Brady ha recordado que esta compañía permite hasta dos cambios de fechas de vuelos gratuitos, “conscientes de que las restricciones a causa de la COVID-19 varían constantemente. Esto permitirá mayor flexibilidad y tranquilidad a nuestros clientes, quienes pueden reservar sus vuelos con la tranquilidad de poder posponer o cambiar sus fechas de viaje, en caso de que sea necesario, con una tasa de 0 euros hasta finales de octubre de 2021”.
Pues estas son las intenciones de Ryanair. Atentos a su grado de cumplimiento pues son un buen termómetro para la temperatura de la recuperación.
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