Wolfgang Kiessling dijo que los animales, incluidos los peces, se animan a medida que grupos de humanos pasan a su alrededor y la frondosidad de la vegetación ha ido adquiriendo su esplendor en medio de la quietud de todos estos meses en que el complejo ha estado cerrado. Pero que también necesita de la cercanía de las personas para mostrarse tal cual, ubérrima y exuberante.
El propietario de Loro Parque, santo y seña del Puerto de la Cruz y de la isla, es una de esas personas a las que entusiasma el contacto con la naturaleza. Por eso se adivina su gozo cuando anuncia que las puertas del complejo reabrirán al público en una fecha señalada, el próximo 1 de mayo. Afectado como otros establecimientos dependientes, por la emergencia sanitaria y la consabida crisis turística, ya se predispone a reanudar las actividades cuando aún no se han despejado todas las incertidumbres.
Pero pareciera que la vitalidad, el pulso de Loro Parque no se puede frenar más. Estos meses han sido muy duros, todos lo sabemos. Pero Kiessling ha mantenido el temple de modo que el anuncio de la reapertura lo hizo con mesura, sin estridencias, pese a ir más deprisa que sus notas para la ocasión. Trece meses que han requerido de un esfuerzo económico considerable para mantener en las admirables condiciones que conocemos una superficie de trece mil metros cuadrados donde conviven más de cuarenta mil animales y donde trabajan alrededor de cuatrocientas personas.
El parque ha generado desde su cierre, a mediados de marzo del pasado año, unos gastos mensuales de 2,5 millones de euros. Haciendo sumas de gastos, resultan unos 32 millones de euros. Y apenas se han generado ingresos. “No hemos podido parar –explicó Kiessling- ni una bomba de agua porque nuestros animales necesitan que la calidad del agua se mantenga excelente, lo que significa que la facturación de electricidad ronde los 150 mil euros mensuales”. Más cifras llamativas: “Cada día gastamos 750 kilos de vegetales y una tonelada de pescado para alimentar a nuestros animales”. El cuidado de la fauna y de la vegetación, el mantenimiento, ha supuesto que unos ciento cincuenta trabajadores siguieran en activo. Desde su apertura, en diciembre de 1972, ha recibido más de cincuenta millones de visitantes.
Wolfgang Kiessling no cesa en su búsqueda de estímulos e iniciativas. Piensa hasta en en las personas que adquirieron su tarjeta anual y que no la han podido disfrutar. A ellas las ha reservado las vísperas de la reapertura, 29 y 30 de abril. El parque estará abierto, inicialmente, de jueves a lunes, desde las 9.30 a las 17.30 horas. Los martes y miércoles estarán reservados para los denominados “grupos burbuja” de los cruceros que lleguen a la isla. En principio, solo funcionarán uno de los restaurantes y uno de los quioscos aunque se habilitarán más servicios a medida que se genere la demanda.
Sin olvidar esa faceta tan sustantiva de la investigación. Pese a las dificultades económicas y el impacto de la crisis de la extensión de COVID-19, Loro Parque Fundación dedicará en el año 2021 casi 1,3 millones de dólares a proyectos de conservación en los cinco continentes. La mitad de esa inversión (585.000 dólares) se quedarán en la Macaronesia, la región atlántica que integran Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde. Con la aportación de este año, la fundación sumará 22,8 millones de dólares dedicados a proyectos en defensa de la naturaleza desde su creación en 1994.
En fin, todo dispuesto para reanudar actividades en este complejo de proyección universal que, entre muchas distinciones, tiene el premio ‘Príncipe Felipe’ a la Excelencia Empresarial y cuyo liderazgo en el ámbito de la sostenibilidad es indiscutible. En diciembre del próximo año, por cierto, cumple cincuenta años.
¡Suerte!
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