Tiempo
preelectoral. Se nota, claro. Cualquier declaración, cualquier
mensaje, iniciativas, anuncios y manifestaciones de todo pelaje -si
son insultos o descalificaciones, más todavía- se vinculan o se
significan por la proximidad de la convocatoria de mayo, que se puede
acentuar, por cierto, si la estimación de ayer del Gobierno se
termina consumando.
Por
tal razón, ha sido interesante y procedente la advertencia del
presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España
(FAPE), Nemesio Rodríguez, quien recientemente, en una tribuna
pública, instaba a los medios y a los periodistas a fortalecer la
verificación de los hechos, “ante la previsible avalancha de
noticias falsas y de eufemismos sin precedentes” que aparecerán
coincidiendo con las citas electorales previstas para mayo y, como
decimos, puede que para antes.
Preparémonos
entonces. Habrá que estar muy atentos no sea -como ya ha ocurrido-
que cuelen gato por liebre, esto es, bulo, deseo, sesgo o posibilidad
por información aparentemente certera. De ahí la importancia de
contrastar, de insistir con las fuentes y de asegurar antes de emitir
o publicar la información.
De
no hacerlo, los riesgos de la desinformación serán considerables. Y
proliferarán los desmentidos o las puntualizaciones, si es que los
medios -ya saben: para que la realidad o la veracidad no estropee un
contenido llamativo- terminan insertando.
La
desinformación inocula sus efectos nocivos sobre la misma
democracia. En efecto, las paparruchas, las falsedades y las falacias
suelen ir dirigidas a la línea de flotación de los valores de
nuestro sistema de libertades o convivencia: la igualdad, el
pluralismo, la diversidad, la no discriminación por razones de
religión, raza o sexo, el Estado del bienestar o la lucha contra la
violencia de género pueden verse directamente afectados. Nemesio
Rodríguez ha sido rotundo al afirmar que “una sociedad que toma
sus decisiones basándose en información falsa es una sociedad que
tenderá a equivocarse”. Aunque esto no importe mucho -en realidad,
nada- a quienes publiquen o emitan sin verificar.
Se
comprobó en la campaña de las últimas elecciones autonómicas
andaluzas: estadísticas poco fiables o sin soporte técnico, hechos
desvirtuados o descontextualizados y manifestaciones carentes de
fundamento pero cargadas de alarma o de reclamo fueron utilizados con
superficialidad inusitada y con evidente irresponsabilidad. En
materias como la violencia contra la mujer o las migraciones, por
ejemplo, llegaron a fomentar el miedo, vayan ustedes a saber si
fomentaron la abstención como comportamiento del electorado. El
presidente de la FAPE no exime de su responsabilidad a los políticos
que utilizaron esos recursos y abusaron hasta límites insospechados
para tratar de reforzar sus discursos y sus mensajes.
Rodríguez
alerta, en ese sentido, de los males de periodismo de nuestros días,
lo que obliga a esmerarse en el cultivo y cuidado de sus fundamentos
principales: ls búsqueda de la verdad, la verificación de los
hechos, su comprobación con las fuentes, la contextualización y el
respeto al derecho de las personas a su propia intimidad, como
establece la Constitución.
Dijo
el presidente de los periodistas españoles que “los principios que
han cimentado históricamente el oficio se están arrumbando en una
alocada carrera por ser los primeros en informar sin comprobar, por
dramatizar la noticia para ganar audiencia a toda costa y por ser los
que más 'clics' logremos con titulares engañosos”.
Bueno,
pues todo eso se agrava con la inminencia de las elecciones, de
manera que habrá que estar muy atentos para saber distinguir el humo
de las llamas. Permitan que insistamos: está en juego la propia
esencia democrática y bastantes amenazas hay ya como para no cumplir
con los cánones elementales y saber distinguir.
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