lunes, 31 de mayo de 2021

DESINFORMACIÓN, NO OPINIONES

 

Seguro que muchos lectores recordarán el revuelo que generó la actriz Victoria Abril el pasado mes de febrero en el curso de una entrevista en la que amontonó informaciones falsas sobre la vacuna contra la COVID-19. Ni siquiera los medios que se hicieron eco de ella dieron cuenta de la falsedad y el por qué de la misma, de modo que llegó a un mayor número de personas sin ningún tipo de verificación. Un espanto: “Difundir desinformaciones y teorías de la conspiración como esas, sin desmentirlas, y explicar por qué son mentira supone un peligro para todos, ya que ponen en duda las medidas de distanciamiento social, el origen del virus, la utilidad y la seguridad y la seguridad de las vacunas, un recurso clave en la lucha contra la pandemia”, publicó sobre el particular el sitio digital maldita.es

Aquella fue una entrevista desgraciada y ahora que todo indica que la emergencia sanitaria está a punto de ser doblegada, será recordada como uno de los testimonios que también confundió y desconcertó. Unido a muchos otros, puso de relieve la importancia que tiene luchar contra las patrañas pseudocientíficas y la desinformación contra la salud, en general. Da pie a concluir lo que muchas veces hemos tratado y expuesto en distintos foros: el pensamiento crítico y la educación son la mejor cura contra las patrañas, la falta de rigor y las falsedades. Mientras tanto, el periodismo, con la ayuda de la comunidad, es la vacuna “para conseguir, entre todos, que no nos la cuelen con mentiras”.

La conclusión de maldita.es: no se trata de opiniones sino de desinformaciones. La presidenta de una organización que instituyó unos premios, María Guerra, manifestó que no compartían, en absoluto, las afirmaciones de Victoria Abril, galardonada con el “Feroz de Honor 2021”. Parece claro que describir las falsedades de la actriz como una “opinión”, da a entender que simplemente son un punto de vista más sobre las vacunas contra la COVID-19, cuando en realidad no es más que una desinformación.

Las vacunas ya han demostrado ser efectivas para reducir el impacto de la pandemia. Tienen que someterse a unas fases de investigación, antes de que sean aprobadas, incluyendo las fases de testeo con pacientes (fases clínicas 2 y 3). Pero no son estos aspectos de los que se quiere ocupar este artículo, sino de las repercusiones que significa repetir una desinformación con los riesgos evidentes de que sea recordada como real. Ese es el problema. En un artículo científico de investigadores de la Escuela de Psicología de la Universidad de Australia Occidental, se concluye que una buena forma de reducir la dependencia sobre la desinformación es “minimizar la repetición explícita innecesaria” de los bulos. Dicen textualmente los investigadores: “Repetir el mito antes de indicar que es falso puede aumentar la familiaridad de ese concepto erróneo, incrementando potencialmente el riesgo a que tales conceptos erróneos sean recordados como reales por equivocación”.

De otra investigación, promovida por las universidades americanas de Pennsylvania e Illinois, se desprende que “elaborar desmentidos, en línea con la desinformación, reduce la aceptación del mensaje de acreditación, lo que dificulta la eliminación de creencias falsas”.

En maldita.es estiman que el periodismo tiene una responsabilidad a la hora de realizar la verificación. Afirman que no puede darse el mismo peso a quien difunde el bulo que al que lo desmiente con datos, hechos y conocimiento basado en la evidencia científica. Entrevistar, por ejemplo, a un difusor de patrañas y luego a un científico en ese área del conocimiento significa poner a los dos al mismo nivel de la argumentación, dando al primero un peso que no merece y, ahí sí, dando más visibilidad a a sus teorías sin fundamento.

En definitiva, el periodismo tiene que ser muy responsable y no dar voz a los que difunden los bulos. Hay que apechugar pues si no se desmiente, si los propios periodistas no aparecen en la búsqueda de la verdad, los que desinforman acabarán convenciendo a más y más gente. O al menos, generando dudas a borbotones. El objetivo, por tanto, es emitir o publicar información contrastada para vacunarse contra ellos. Y cuanto antes, mejor. O sea, si llega o aparece el desmentido antes que el bulo, se habrá ganado terreno.



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