Los promotores de ‘Miércoles parrandero’ –Felipe Hernández Ruiz, a la cabeza- expresaron en la víspera del jueves de la Octava del Corpus Christi un reconocimiento modesto y austero a quienes siguen improvisando y compartiendo ratos placenteros y amistosos con aires de la tierra o de la orilla americana. El de ayer encaja a la perfección en la programación de la semana grande de las fiestas de la Villa de La Orotava.
A la perfección porque en medio del universo de la cultura, de la música, del folklore, de la religiosidad, del arte alfombrista (que cumple, por cierto, ciento setenta y cinco años), había un hueco para el afecto, la empatía y la confraternización, para el disfrute de lo lúdico al calor de las viandas típicas, de los instrumentos y de las voces que estimulan la amistad, nuestra amistad.
Aunque no estamos seguros de que los promotores hayan acertado con la selección de quien suscribe --poco dado a la diversión fácil o al jolgorio espontáneo- para glosar el significado de la convocatoria y los méritos de los protagonistas. El riesgo de no cumplir suficientemente con el cometido encomendado era evidente. I
Pedro confiamos en que el culto a la amistad –la cualidad a la que acudimos para rendir rendir tributo- reafirme la nobleza de la aceptación de este encargo que, por razones de tiempo y protocolo, fue breve y con voluntad clara de no enturbiar los motivos que inspiraron la convocatoria.
Será una confianza que, en todo caso, quiso reafirmar los lazos que estrechamos o queremos estrechar más allá de esta jornada. Se trataba de hacerla memorable, por la sencillez, por la ternura, por las ganas de una convivencia que aglutina el género parrandero, sin querer ir más allá de Teno a Teror.
Este “Miércoles Parrandero” se nutrió del espíritu noble y limpio de quienes, procediendo de la diversidad de los pueblos de la franja norte de la isla, recibieron un reconocimiento por su compromiso constante y por su predisposición para animar las fiestas y las celebraciones públicas o familiares, amenizándolas y proporcionando los alicientes que hacen de cada reunión o de cada actuación un tiempo de de desenfado, de divertimento, de reflexión y evocación.
Lo subrayamos parafraseando unos versos de ese poeta inmenso que fue Antonio Machado. A su ‘Guitarra del mesón’, añadimos “que hoy suena isa/ mañana una folía/ según quien llega y tañe las empolvadas cuerdas”, pues nunca faltarán parranderos y quienes animen la reunión.
Hemos disfrutado, en este sentido, de las voces de la icodense María León León; de la realejera Rosa Aurora Borges Yanes; de la portuense (lamentablemente ausente) Matilde Rodríguez Armas; de las villeras María del Carmen Díaz Rodríguez y María Encarnación, Chona, Abrante Méndez, la primera de La Perdoma y la segunda del casco del municipio.
Ellas son una suerte de quintaesencia del tipismo, de la expresión más pura de nuestro canto, de nuestros aires. Cada una con su estilo, cada quien con su manera de hacer llegar los sentimientos de un pueblo que no se cansa de vivir cantando, interpretando, elevando los ánimos y los corazones, en definitiva, enalteciendo los sentimientos.
Pero también lo son –y por eso subrayamos el reconocimiento especial al que se han hecho acreedores- quienes mantienen latente el ánimo costumbrista, etnográfico, religioso y culinario. En este sentido, fue un reconocimiento también para Ángel Domínguez, que coordina la fogones de este “Sabor canario”, escenario de la celebración; para Chicha Pérez Pérez, a título póstumo, la guapa y simpática Romera Mayor de 1970; a dos colectivos que de manera altruista, cultivan y mantienen los valores de nuestro acervo cultural, popular y religioso: la Hermandad de Labradores, con Gregorio Jorge García, su presidente; y la Asociación de Carreteros, con Domingo Hernández Hernández al frente; e igualmente, para Francisco Morales Rodríguez, el gran Paco, por su vocación indeclinable al folklore de las dos orillas, que ha cultivado con entusiasmo, renovando el compromiso y apoyando sin reserva a las rondallas.
Enhorabuena para todos. Un reconocimiento a los parranderos de espíritu indomable y de perseverancia exsita. Los promotores de este encuentro gozaron mientras la Villa ponía a punto sus galas y el piso alfombrado para compartir el deseo de unas felices y brillantes celebraciones desde ayer y hasta el domingo. El “Miércoles parrandero” fue un animado preludio.
1 comentario:
Cuanto me gustaría estar entre ellos y aportar mi granito de arena negra.
¡Enhorabuena!
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