martes, 30 de enero de 2024

¿Por qué no llueve?

 

Y no llueve. Que sigue sin llover. Hasta uno de los nietos gemelos se da cuenta y expresa su inocencia:

-¿Por qué no llueve abuelo?

Invierno sin lluvia. Y de nevar, ni digamos. Llegamos al final de la cuesta y ni rastro. Los noticiarios relatan las temperaturas desajustadas, almanaque en la pared o en la mesilla o en la mano… pero todo está seco y hay imágenes de almendros en flor antes de tiempo. El invierno ya no es invierno.

Esto sucede a nuestro alrededor, esto nos envuelve. Mejor dicho, nos envuelve la calima, por si fueran pocos los males, por si no bastara la sequía y el aire que respiramos quisiera sumarse a esta época desconcertante. Ni las rebajas cumplen su papel y las tiendas y los almacenes se están planteando que es la última vez que traen ropa de temporada.

Aún así, hay quien se abriga, porque la brisa y el frío –un frío soportable, hasta acariciador- son los últimos delatores de la estación que siempre fue pero se resiste a seguir entre nosotros. Porque no llueve.

Pero hay Carnaval y algunos medios audiovisuales en los que predomina el acriticismo no dicen nada de la sequía ni las autoridades hacen recomendaciones y previenen sobre el consumo del líquido elemento. El sol se abre camino entre la calima dejando campo abierto para los objetivos imposibles, para las fotos que, sin filtros, que no parecen ellas,  plasman estampas inverosímiles. ¿Sáhara? ¿Parajes tropicales? No, no… las islas en un invierno inusual.

--Pero, ¿por qué no llueve, abuelo-, retumbó la pregunta que no resulta tan inocente.claro.

 

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