Pues ya tenemos una idea más o menos
clara de lo que ese derechío radical y a veces salvaje quiere para la cultura y
las expresiones democráticas. Sucesivos episodios de acoso y amenazas contra
periodistas y escritores, principalmente durante la última edición de la Feria
del Libro de Madrid tiñen de preocupación el panorama, por muy distraídamente y
casi a broma se los tomen quienes quieran minimizar el impacto de los hechos.
Estamos ante una tendencia inquietante que, acentuada por la incontrolable circulación
de dichos y frases en las redes sociales, pone en jaque y siembra el miedo –es
lo que pretenden, claro- la libertad de expresión. Se evidencia así cómo los
avisos, las conminaciones y las intimidaciones en las propias redes se
trasladan a las calles y a los foros de convivencia, a menudo respaldadas por
los discursos de algunas formaciones políticas. Formaciones políticas de ultra
derecha y miembros afines que no habían sido invitados estuvieron en la citada
Feria para dejar su tarjeta de visita y su inconfundible sello de agresividad.
Figuras como
Antonio Maestre, autor de ‘Franquismo
S.A’ y’Los Rotos’, relató en un
tuit la complicada jornada que vivió durante la firma de su libro. "Tuve
que firmar con tres miembros de seguridad de la feria y un compañero protegiendo
la caseta porque había recibido amenazas graves", escribió.
Maestre
agradeció a la organización de la feria y a Eva Orúe, su directora, por la
protección brindada, pero también destacó una realidad inquietante:
"Estamos naturalizando que la gente de izquierdas no tenga libertad para
hacer actos culturales o políticos". A pesar de todo, Maestre dejó claro
su compromiso de no cancelar nunca sus eventos, aunque reconoció que hay
quienes pueden sentir miedo y terminar cediendo ante esta presión.
Fonsi Loaiza, periodista y autor de Sospechosos habituales, también denunció:
"Hoy
he sufrido un ataque ultraderechista en la firma de mi libro al grito de rojo de mierda, maricón", denunció
en X (anteriormente Twitter). La reacción de la Policía, que recriminó a Loaiza
por llamar "nazis" a sus agresores, subraya, a su juicio, una
inquietante permisividad hacia el fascismo. "Así campa a sus anchas el
fascismo en España. ¡No pasarán!", expresó en su mensaje.
Asimismo, la periodista Ana Bernal-Triviño,
colaboradora de Público y autora de ‘El viaje de Federico’, también fue
víctima de un episodio de acoso. "Sábado, 8 de junio, caseta 266, 3 de la
tarde, llovía. Acabé de firmar mis libros y cuando estábamos solo la cajera,
una compañera de Planeta y yo, se acercó un votante de Vox a increparme. Luego
me buscó cuando salí por la parte
trasera", relató en su cuenta de X. Este incidente refleja lo que Bernal
describió como la nueva "moda de este año" en la feria: la intimidación.
En la misma línea, otros nombres, como Rafal Narbona,
escritor y crítico literario, tuvieron que enfrentar situaciones similares.
"Considero responsables de esta espiral de odio a los políticos y medios
que lanzan mensajes incendiarios contra sus adversarios. Vox ha envenenado la
convivencia y el PP, con Ayuso a la cabeza, ha asumido la estrategia de
hostigamiento de las figuras de la izquierda (…) Deshumanizar el otro siempre
es el primer paso para justificar una agresión", escribió en su cuenta de
X.
A
estos casos hay que sumar los de Javier Gallego, presentador de ‘Carne cruda’,
de la activista Cristina Fallarás y del investigador Miquel Ramos, que ha teorizado sobre el
fenómeno de la ultraderecha, que han expuesto los resultados de sus trabajos,
caracterizando claves, enlaces y perfiles, de modo que el problema se va
complicando hasta significar un serio deterioro de la convivencia. La
democracia es tolerancia, sí; pero tiene que hacer frente a hechos y fenómenos
que nada tienen que ver con ella.
Es
difícil pero hay que decirlo: frente a ellos, más democracia, más cohesión y
más firmeza. Ellos no tienen cabida en este juego.
1 comentario:
Preocupante pasividad Policial y Judicial.
Un saludo
Ricardo Soriano
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