Falleció Carmelo Pérez Abreu, profesional del turismo, un
hombre hecho a sí mismo que pasó por todos los grados de hostelería hasta
ejercer altas responsabilidades empresariales en la cadena (grupo) Sol,
una de las más importantes del país con sólida implantación en Canarias.
Carmelo tuvo siempre un peculiar sentido del cumplimiento
del deber desde los tiempos en que se inició como botones de hotel, allá en el
Puerto de la Cruz de los años sesenta del pasado siglo. Fue aprendiendo, sin
alharacas, con pragmatismo, conoció el funcionamiento de los distintos
departamentos que terminó coordinando y dirigiendo con suma maestría hasta
llegar a la dirección, la que ejerció con mucha solvencia. Carmelo era de los que se sabía todo en el
universo hotelero y empresarial.
Su rica experiencia granjeó la confianza de uno de los más
poderosos empresarios turísticos del país, Gabriel Escarrer, quien no dudó en
encomendarle misiones que tenían mucho que ver con la adquisición y transmisión
de propiedades inmobiliarias así como con las inversiones.
En ese capital acumulado de experiencia profesional, Pérez
Abreu siempre conservó un bagaje especial: dotado como pocos para la
negociación, estaba presente de forma activa en cualquier proceso, ya fuera un
convenio laboral ya se tratara de precios de habitaciones ante la siguiente
temporada turística o de una reserva masiva para determinado evento. Su visión
le hizo ganar confianza y destreza, de modo que las comisiones o equipos
negociadores de los que formó parte siempre tuvieron un referente solvente, capaz
de atemperar los ánimos cuando las cosas se complicaban. Los turoperadores
encontraron siempre un aliado, una
persona dispuesta a encontrar soluciones.
Hasta en Baleares conocieron de sus buenos oficios. Aquí,
en nuestras islas, se desenvolvía con facilidad asombrosa. En el ámbito de la
dirección empresarial siempre se valoró su capacidad de gestión, apta para
plasmar sus criterios en proyectos e iniciativas. Pasaba temporadas en
Fuerteventura y Lanzarote, también en Gran Canaria, La Gomera y La Palma. Allí
visitaba e inspeccionaba los establecimientos de su cadena, siempre con una
idea: que se supiera que estaba pero no se notara.
Tal es así que cuando llegó la jubilación, siguió
traquinando, como si se resistiera a dejar de seguir promoviendo y gestionando.
Quiso que le acompañáramos en algunas visitas y gestiones en distintos
departamentos de la Administración. Ahí pudimos contrastar el sello de Carmelo,
inconfundible, sereno y pausado ante un consejero, un alcalde y un dirigente
técnico a los que hablaba con su estilo que,a veces, podía parecer poco
ortodoxo, pero luego lo arreglaba no solo con su proverbial amabilidad sino con
un déjame entrar muy persuasivo.
Pérez Abreu vivió desde dentro convocatorias de renombre
internacional en el Puerto de la Cruz, su localidad natal, que contribuyó a
proyectar, como la Muestra Internacional de la Canción del Atlántico o el
Festival Internacional de Cine Ecológico y de la Naturaleza. Amigo respetuoso
de César Manrique, de Pepe Segura, de Lorenzo Olarte y de Jerónimo Saavedra, lo
fue también de Paco Afonso y Félix Real a los que resolvió papeletas de
alojamiento en visitas de ‘vips’ o cuando se daban situaciones reales de ‘overbooking’.
Carmelo hizo sobre el terreno, en aviones y múltiples
hoteles, la otra carrera turística, la que se aprende en foros con personas de
toda condición, la que se contrasta en gestiones de todo tipo, hechas allí en
promociones y ferias cuyas interioridades conocía tan bien, siempre huyendo de
protagonismos.
Así era, sencillo y pragmático. Inolvidable.
1 comentario:
Un luchador. Un abrazo y gracias.
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