En un análisis del digital preferente.com, se
lee que, tal como evolucionan las cosas en el sector turístico, privilegiar al
turoperador es un factor clave contra la masificación. En uno de los más
confusos e inciertos debates sobre la evolución de la principal industria de
Canarias, en el que se ha llegado a decir que también se puede morir de éxito,
tal consideración entraña, cuando menos, una controversia colateral.
La turoperación siempre ha sido uno de los soportes
básicos del negocio turístico, hasta el punto de que nada o poco se hacía si no
eran tenidos en cuenta sus criterios, especialmente a la hora de fijar precios
en venta de plazas aéreas y de camas hoteleras. “Estamos en manos de los
turoperadores”, era una frase muy socorrida que aún debe tener su vigencia,
pese a que la bonanza del sector siga prolongándose y algunos destinos se sigan
beneficiando de una competencia en la que lo importante, en algunos momentos,
ha sido llenar y se acabó. Poco importaba la calidad del producto y de los
servicios que se iban deteriorando a pasos agigantados.
Ahora, cuando el negocio hotelero se ve cada vez más
amenazado por la proliferación desordenada de las viviendas de alquiler
turístico, cuando las patronales solo ofrecen tibias respuestas a los problemas
que se van concatenando y la administración autonómica vuelve a hacer gala de
su proverbial lentitud, el aludido análisis incide en que la turoperación
aparece como un soporte poco menos indispensable para el equilibrio de los
destinos turísticos que reciben centenares y miles de visitantes, “especialmente
desde el auge del turismo individualizado y el del desmadre de Airnb” (una compañía que ofrece una
plataforma digital dedicada a la oferta de alojamientos a particulares y
turísticos, lo que se conoce como alquiler vacacional ) mediante la cual los
anfitriones pueden publicitar y contratar el arriendo de sus propiedades con
sus huéspedes; anfitriones y huéspedes pueden valorarse mutuamente, como
referencia para futuros usuarios. El nombre es un acrónimo de airbed
and breakfast. Airbnb tiene una oferta de unas dos millones de propiedades
en ciento noventa y dos países países y treinta tres mil ciudades. Según datos
obrantes en Wikipedia, desde su creación en noviembre de 2008 hasta junio
de 2012 se realizaron diez millones de reservas. No, desde luego, no es un
chiste fácil.
En el citado análisis se plantea que el apoyo público
a los turoperadores también se vería avalado porque los puntos más saturados
podrían modularse, si el transporte para excursiones viene organizado
previamente, en lugar de que resulte imposible de planificar, como ocurre con
el viajero que va por libre.
Es cierto que la
turoperación tiende a fomentar un turismo de mayor proximidad a su hotel, donde
encuentra la mayoría de servicios que necesita un viajero, a diferencia del que
se aloja en una vivienda vacacional --detraída al mercado residencial--, y que
por tanto expande en menor medida su presencia física por lugar donde suelen
habitar los locales. Esa es una de las claves para interpretar la conveniencia
de que instituciones o las administraciones públicas respalden a los
tuoperadores. Eso sin que ello signifique propiciar una posición de privilegio
en el negocio.
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