viernes, 6 de agosto de 2021

PANDEMIA, PESADILLA

 

La pesadilla, la pesadilla del coronavirus y sus variantes continúa. Tal como evolucionan las cosas, imposible predecir su final. Ya es año y medio de pandemia, ya son varios tipos de vacunas desarrolladas con altos grados de seguridad y eficacia, ya hay un altísimo porcentaje de población vacunada en Europa, ya se han contabilizado más de cuatro millones de fallecidos… Para desespero de todos, esto no se acaba. La profesora titular del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga, Victoria de Andrés Fernández, es concluyente al respecto: “La pesadilla continúa porque no se ha frenado la transmisión”.

Y para colmo, la aparición de nuevas variantes del virus, cada vez más dañinas o más letales, va incrementando incógnitas y añadiendo potes de incertidumbre de muy difícil digestión. Es preciso disponer de voluntad, medios y una eficaz dirección de las medidas prevención y control por parte de poderes públicos, instituciones y laboratorios científicos, preocupados todos –se da por hecho- en acabar con este mal de nuestro tiempo.

La pandemia afecta a todo el planeta. Está más que comprobado que el virus no entiende de fronteras ni de rentas per capita, que la incidencia en los sistemas productivos económicos ha ido penetrando cada vez más, de modo que se resiente todo el cuadro estadístico y que, por tanto, “es indispensable implementar las medidas necesarias para la producción industrial de vacunas, procurando que su distribución y administración se haga de una forma homogénea por todo el planeta y dando prioridad biosanitaria a la vacunación masiva”, dice la profesora malagueña.

El problema de ahora mismo es que las vacunas disponibles, aprobadas y comercializadas, no terminan de proteger del contagio al cien por cien. En consecuencia, conviene volver a recordar que pese a estar vacunados, se puede contraer el virus y aunque no se enferme gravemente, continuaremos siendo vectores de transmisión. Está claro entonces que, a hay que mantener las medidas de seguridad, escuchando a los científicos y, por qué no decirlo, ignorando a quienes con escaso rigor científico utilizan la pandemia y las tragedias de los pueblos para desarrollar fines o intereses políticos contrarios a la primacía biosanitaria de la ciudadanía.

La aparición de estas variantes, por otro lado, plantea problemas de tipo individual y colectivo. En ese sentido, asintomáticos o no, la profesora Victoria de Andrés reitera el mensaje a la población: hay que vacunarse, sí o sí. Estas variantes, además, implican un impacto significativo en la transmisibilidad, lo que supone un duro revés para atajar la expansión del virus y el control de la situación epidemiológica. A eso se le suma el que no todos los tipos de vacunas protegen de igual forma frente a los diferentes tipos de variantes, por lo que puede que nos veamos en una situación de revacunación constante hasta que se encuentre la forma definitiva de erradicar el virus. O sea, que convivir con él también será complicado. Por eso, da igual preguntarse para cuándo el final de la pesadilla.



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