Pues claro que tiene mucho mérito lo de Carlos San Juan, el médico jubilado, mayor pero no idiota, que emprendió en solitario una causa que está dando sus frutos: humanizar la atención en los bancos a las personas mayores, especialmente a aquellas que no se manejan bien ante la informática, o sea, los ordenadores de los cajeros.
Reunió más de seiscientas mil firmas que hicieron fruncir el ceño en el seno de la Asociación Española de Banca y las tres principales patronales bancarias. Tiene bemoles la iniciativa del jubilado: el solo contra el omnímodo poder financiero. La suya ha sido una lucha contra la resignación, contra la exclusión, contra la inferioridad, contra la discriminación. Independientemente de lo que ocurra en el futuro, bravo por su valentía, por su aplomo y por su decisión. Ha sido un ejemplo para miles de personas que ya deberían estar coreando el ‘sí se puede’ más puro sin connotaciones políticas.
Las estructuras de la banca se han tambaleado. Un poquito pero han encajado el golpe. En pleno festín de beneficios es como si Carlos San Juan hubiera llegado y mandado a parar. Las entidades han visto que esto iba a más y más. O adoptaban medidas, no solo de freno, o se exponían a rebeliones en su propia casa. No era cuestión de arriesgar más la imagen: ¿se imaginan las cifras del festín y las colas o concentraciones de protesta en el exterior de las oficinas y sucursales?
El caso es que la patronal de la banca ya dispone –qué pronta reacción- de un protocolo contra la exclusión financiera que incluye los nuevos problemas identificados. Según se ha sabido, las asociaciones del sector financiero concluyen que es necesario un instrumento permanente que permita a las personas que ya no están en disposición de utilizar los canales digitales poder seguir usando otros canales. "Estamos agradecidos porque hemos identificado un problema con carácter estructural, cualitativamente distinto al identificado y al que vamos a poner remedio", ha asegurado el presidente de la Asociación Española de Banca, José María Roldán.
Ahora, habrá que seguir atentamente el desarrollo de las alternativas contenidas en ese protocolo y en medidas más o menos complementarias que hagan operativas las soluciones. De momento, en un genérico avance, se habla de tres claves para un protocolo voluntario: franjas horarias de atención específica, respuesta telefónica personalizada y la creación de un Observatorio de Exclusión Financiera.
El próximo 20 de febrero termina el plazo que el Gobierno dio al sector financiero para que sus patronales bancarias pudieran revisar el Protocolo. Estratégico para Reforzar el Compromiso Social y Sostenible de la Banca, aprobado el pasado mes de julio. El final del plazo coincidiría con el anuncio de Nadia Calviño de tener un plan listo a finales de mes.
Pero, de momento, agradezcámoslo a Carlos San Juan que ha sido capaz, en solitario, de despertar la sensibilidad del omnímodo pñoder financiero.
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