Era un artista envuelto en
una personalidad controvertida, singularizada, a veces caprichosa pero siempre
predispuesta para encontrar un toque de finura posibilista. Fue siempre así: un
inconformista permanente, un intérprete de la realidad rebelde, nada
convencional. Con mala suerte, con las mismas dificultades de aceptación de
cualquier otro creador. Pero constante, inasequible a la adversidad, observador
atento de cuanto gira a nuestro alrededor, inspirado muchas veces en los
clásicos pero capaz de innovar y de plasmar su propio sello allí donde se lo
propusiera.
Ha fallecido Arnoldo Évora,
un profesional del turismo, durante muchos años conocedor por dentro de su
gestión cotidiana, primero en ‘Viajes Ecuador’ y luego en el Centro de Iniciativas
y Turismo (CIT) del Puerto de la Cruz, donde promocionó y participó activamente
en varias campañas promocionales y en las convocatorias habituales de la
entidad con las que daba vida a las relaciones con el Ayuntamiento.
"Personajes
en una exposición" era el título de una de las últimas entregas del
polifacético artista portuense Arnoldo Evora, abierta en el centro cultural
"el Casco" de Adeje.
Entonces
dijimos que aquella colección era atrevimiento y originalidad: Arnoldo en
estado puro. Se lo escribe Eloy Cuadra Pedrini en el prólogo del catálogo:
"...Tal vez quiera decirnos que el arte por el arte no existe, no puede
éste ser autónomo, no puede vivir al margen de su mundo, y sobre todo, no puede
permanecer ajeno a la crueldad y las injustas desigualdades que padecen muchos
seres humanos".
Una obra
suya, "Spectator", lleva muchos años presidiendo el pequeño mirador
de la Punta del Viento, en el Puerto de la Cruz. Era el lugar apropiado: una
simbología de la contemplación de lo que en su día fue el núcleo del emporio
turístico.
"Menina",
otra escultura majestuosa, extraída del cuadro de Velázquez, pudo ser
contemplada en el patio exterior del Castillo San Felipe y en el museo de arte
contemporáneo de Garachico, localizado en el convento de Santo Domingo.
Le
animamos en ambas realizaciones. Sabíamos lo importante que para él era dar a
conocer su creación. Aunque se arruinara. Arnoldo Évora era así de desprendido:
le pueden las artes, le pueden las ganas de hacer cosas y moldearlas a su aire,
al aire de la provocación y de la imaginación efervescente.
Por eso
concibió los seis personajes en una exposición lanzados en busca de la
complicidad que el autor parecía reclamar para superar la indolencia ante lo
que ocurre en el exterior. Atinada y poética descripción de Cuadra Pedrini:
"...Entre luces y sombras, entre el todo y la nada, estatismo y movimiento
brotan del bloque cúbico, cortado, estirado, sinuoso y alargado, geometrizando
el trabajo escultórico de la figura humana como expresión de un sentir".
Luego
está el canto de rotunda protesta de sus cuadros. Évora hizo una explícita
condena de la guerra, de la pederastia, de la especulación urbanística, de la
destrucción paisajística, del hambre y del llanto de mujeres y niños. Es un
canto cruel del dolor y de la codicia humana que, en el caso determinado de la
alusión a Euzkadi, generó alguna protesta teñida de radicalismo que, por
fortuna, no pasó a mayores de anécdota.
En aquellos
cuadros, Evora combina elementos y colores, inserta imágenes, cruza los
impactos y provoca hasta no dejar indiferente a nadie.
El
artista portuense volvía a hacer gala de su rebeldía y de su inconformismo,
señales claras de una madurez artística ante la que cabe congratularse.
En cuanto
a Spectator, admirable en la Punta del Viento, es una figura trabajada
sobre hierro. “Si hay una escultura que se ha convertido en emblema del Puerto
de la Cruz, esa es “Spectator”, opinó en su día el historiador del arte Eduardo
Zalba. Aunque no fue concebida para este emplazamiento, este espectador -con su
actitud sedente y pensativa- lo domina desde 1989 para que sea posible
contemplar una de las mejores vistas con que cuenta el litoral portuense.
Évora deja una obra en su
conjunto muy valiosa. Es seguro que muy dispersa y descatalogada. Lástima. La
creatividad pictórica y escultórica del artista merece ser recordada. Arnoldo
ha entrado en esa intrahistoria que siempre estará viva. Hasta siempre.
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