miércoles, 27 de julio de 2022

SOMBRAS EN LA NUEVA NORMALIDAD TURÍSTICA

 

Cuenta un veterano hotelero portuense su amarga experiencia en los Dolomitas, un conjunto de macizos montañosos en los Alpes orientales italianos que alberga un parque nacional y nueve parques naturales, donde disfrutar del naturalismo y donde practicar el senderismo. Pero no amarga por mala conservación ni por señalética deficiente ni por mala atención en un incidente inesperado sino porque, hasta llegar al destino escogido, hubo más dificultades de las previstas, esas que se van amontonando hasta el desasosiego y desear fervientemente que llegara la fecha y el momento del regreso.

Tres factores –dicen que hay que irse acostumbrando, que son el sostén de la nueva normalidad- determinaron los sinsabores del desplazamiento del veterano profesional: por un lado, los vuelos cancelados, consecuencia de las políticas de las aerolíneas que están aplicando, sin muchas reservas que digamos, criterios operativos y de precios que protejan sus márgenes en medio del notorio aumento de los precios del combustible. En segundo término, dado que los salarios representan el 25 % de sus ingresos (19 %, la media mundial ), han dejado en stand by con tendencia a demorarlo, el problema de la escasez de personal. Y finalmente, las previsiones de resultados: 2022 será el tercer año con pérdidas. La mayor´`ia no volverá a beneficios hasta el siguiente ejercicio.

Ahora, la escasez de personal, combinada con las huelgas de los empleados operativos que exigen salarios más altos y mejores condiciones de trabajo, han dado lugar a que muchas aerolíneas cancelen vuelos. Esto, a su vez, ha elevado los precios: las tarifas promedio de los pasajeros aéreos para Europa se movieron de 193 dólares en febrero de 2022 a 215 dólares en mayo.

Según un estudio de Allianz Trade, firma mundial de seguros de crédito comercial, se estima que a, corto plazo, la escasez de vuelos puede beneficiar a las aerolíneas dado que pueden aumentar los ingresos subiendo las tarifas, en lugar del volumen de pasajeros. Eso significa que las empresas pueden absorber el impacto negativo del aumento de los precios del combustible, además de retrasar el gasto inicial de contratar más trabajadores.

Entonces, la impuntualidad, las deficiencias en los servicios, los riesgos de pérdidas de equipaje y las demoras imprevisibles en los terminales están complicando seriamente tanto escoger el destino como moverse a la hora de subir al avión. Si no hay alternativas o correcciones, las cosas pueden ir a peor pues experimentaríamos un retroceso de ahí te quiero ver y haríamos de estas circunstancias un hilo de normalidad que seguro no gusta.

Esto, en efecto, nos llevaría a al incremento de costes en sostenibilidad.  Más costes en sostenibilidad. Según el informe de Allianz Trade,  a largo plazo, la transición ecológica representa una disrupción aún mayor para las aerolíneas en Europa dada la creciente competencia de los operadores ferroviarios, que producen un 85% menos de CO₂ que los aviones y son de propiedad estatal; es decir, están respaldados financieramente en sus inversiones.

El panorama se complica cuando la nueva regulación de la Comisión Europea (CE) sobre el uso de combustible de aviación sostenible, que es 2,5 veces más caro, también perjudicará aún más los márgenes operativos. Los gobiernos europeos han establecido la mezcla obligatoria de 38%/62% de combustible sostenible de aviación (SAF) y queroseno para 2045, la cual aumentará la factura de carburante del sector aéreo en un +57 %.

Así que, de no modificarse estas previsiones, muchos nos tememos que la nueva normalidad en Europa traerá unos cuantos disgustos.

 

 

 

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