Que la Comisión Europea (CE) haya elaborado un nuevo código de buenas prácticas para hacer frente a la desinformación, pone de relieve la dimensión que sigue cobrando este fenómeno de nuestro tiempo al que tantas veces nos hemos referido, conscientes del peligro que representa para la propia democracia. La guerra en Ucrania lo ha agravado: Rusia acompaña su ofensiva militar de estas prácticas habituales que, en el fondo, son la prueba palpable de los peligrosas que pueden ser la desinformación y la manipulación de la información para las democracias.
Para la CE, este código se justifica después de haber constatado que el acceso constante y casi ilimitado a la información en línea es uno de los mayores éxitos de la digitalización y el avance tecnológico, “pero la pandemia de Covid19 y la invasión rusa de Ucrania nos demostraron que se puede jugar, a menudo de manera muy sofisticada, para difundir campañas de desinformación peligrosas”.
La Comisión alega haber aprendido sus lecciones y que no debe actuarse con ingenuidad a partir de esta consideración. “Estamos abordando esta amenaza de manera europea con una combinación de legislación, como la Ley de servicios digitales (DSA) y herramientas únicas, como el Código anti-desinformación”, según han explicado fuentes de dicho organismo.
El código de buenas prácticas contra la desinformación «hará que las grandes plataformas antepongan a sus intereses comerciales el bienestar de nuestra sociedad.Tendrán que evaluar cómo se manipulan sus servicios, e incluso rediseñarlos o hacer hacerlos más robustos contra la desinformación».
Asegura la CE que el Código “desempeñará un papel importante en la evaluación de si las plataformas cumplen con su obligación legal de mitigar los riesgos derivados de la desinformación. Y, en caso de crisis como la guerra en Ucrania, o el comienzo de la pandemia, la DSA también producirá una ‘señal de alarma’ para lograr una respuesta rápida a la crisis desde estas plataformas. Con todas las piezas reunidas en los últimos años, la UE establece un nuevo estándar mundial sobre cómo abordar la desinformación, la información errónea y la manipulación de la información. Hay mucho en juego y los propósitos deben estar a la altura del desafío.
La Comisión Europea ya ha extraído cuatro lecciones principales de las experiencias acumuladas que han impulsado la elaboración de este código y que son válidas para acreditar que existen límites en la eficacia de la lucha contra la desinformación hasta ahora. Vamos a reproducirlas:
1. La desinformación vale la pena
Los actores que han difundido desinformación relacionada con la Covid 19 han pasado gradualmente a lanzar la desinformación pro-Kremlin, muchos de ellos motivados por ganancias financieras. La monetización de la desinformación debe detenerse.
2. Es imprescindible intensificar los esfuerzos
Las plataformas en línea, aseguran desde la Comisión, no parecen dedicar recursos a combatir la desinformación por igual en todos los países e idiomas. «Las medidas ad hoc en una crisis no pueden reemplazar una cooperación estructural en toda la UEcon verificadores de datos y equipos de moderación de contenido».
3. Los datos son la clave
Los investigadores deben tener acceso a los datos de las plataformas en línea para comprender mejor las múltiples facetas de la desinformación. Aún no se cuenta con la transparencia adecuada y el acceso a los datos para los investigadores, aseguran.
4. Un enfoque conjunto para contraatacar
La desinformación a menudo se difunde y amplifica a través del uso coordinado de cuentas. La acción decidida y la cooperación entre las plataformas en línea son esenciales para poner fin a la propagación.
Según fuentes de la CE, el nuevo Código contra la desinformación «es la última pieza importante del rompecabezas en la caja de herramientas de desinformación de la UE. Guiará a los actores digitales más grandes para que tomen medidas reales y enérgicas para frenar la desinformación».
¿Cuál es el objetivo? Sencillamente, “volverse más eficaz en áreas clave, desde la comprensión de los algoritmos hasta ayudar a los usuarios a evaluar críticamente la información que ven, eliminar las ganancias financieras de la desinformación y garantizar que no se descuide la desinformación en idiomas hablados por menos personas”.
Bajo el nuevo Código, «no solo las plataformas muy grandes sino muchos otros actores importantes están asumiendo compromisos muy significativos para lograr estos objetivos y proteger mejor a nuestras sociedades».
De hecho, añaden desde la Comisión Europea, además de las principales plataformas en línea como Google, Meta, Twitter, TikTok o Microsoft, también los servicios en línea más pequeños o especializados, los participantes del sector de la publicidad en línea, así como las organizaciones de la sociedad civil que ofrecen herramientas o servicios para luchar contra la desinformación están firmando este nuevo Código.
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