martes, 9 de julio de 2024

LOS FRANCESES HAN CUMPLIDO. TURNO PARA LOS REPRESENTANTES ELECTOS

 

Los votantes franceses dieron a una amplia coalición de izquierdas el mayor número de escaños en el Parlamento en unas elecciones generales cruciales que han mantenido a la extrema derecha fuera del poder pero dejaron a Francia en una situación sin precedente: no existe un bloque político dominante en el Parlamento.

Hace un mes, el Nuevo Frente Popular (NFP) no existía. Ahora es el vencedor de las elecciones legislativas de Francia. El bloque de izquierdas se ha convertido en el más votado en la segunda y decisiva vuelta, ha conquistado hasta ciento ochenta y dos escaños en la Asamblea Nacional y ya reclama para sí el cargo de primer ministro y la conformación de un gabinete. Por tanto, el país galo se encuentra en aguas desconocidas, con tensas negociaciones para formar un nuevo Gobierno y con la necesidad de nombrar un primer ministro que comparta el poder con el presidente, la célebre cohabitación.

Francia ha vuelto a estar a la altura. La coalición era aire antes del 9 de junio pasado, día de las elecciones europeas, cuando saltaron todas las alarmas: la Agrupación Nacional (AN), el partido ultraderechista de Marine le Pen, ganó los comicios comunitarios con más de un tercio de los votos y con marcadas diferencias respecto a sus perseguidores. El presidente galo, Emmanuel Macron, se marcó un órdago, disolvió el Parlamento y convocó elecciones, intentando cortocircuitar rápido el crecimiento de los radicales. Hasta los suyos se lo reprochaban, teniendo como tenía aún la mayoría relativa de la Cámara.

Mientras el macronismo aún intentaba encajar la jugada de ajedrez de su líder, los partidos de izquierda hicieron lo que no se esperaba de ellos: en un tiempo récord, cuatro formaciones se sentaron, se miraron a la cara, se dijeron cuatro verdades y otros tantos improperios y pactaron, a una, una apuesta conjunta ante las legislativas, un sólo programa electoral. El paso coordinado de La Francia Insumisa, el Partido Socialista, el Comunista y los Verdes dejó pasmados a los analistas, dentro y fuera de Francia. Tan rápido, tan sólido, tan ansioso.

Bautizaron a su alianza como aquel Frente Popular original que impidió que la extrema derecha ganara el poder en 1936. Y con ese halo de convencimiento republicano, de barricada común, de no pasarán, pelearon sin descanso. "Macron quería dejar sin tiempo a la AN ni para celebrar las europeas ni para hacer campaña, pero esas prisas también afectaban a sus adversarios por la izquierda. El presidente pensaba en poder erigir a sus liberales en la salida sensata a la crisis, pero no estaba en sus planes ver crecer a la izquierda con un sueño por lema. Así ha sido", resume el analista John Linher, del Centro Jacques Delors.

Pero la coalición formada apresuradamente dio el paso al frente, aún sin tiempo para armar actos y sin traer buenos datos de las europeas. "Gentes muy dispares superaron las diferencias y han hecho campaña sobre una plataforma de alto gasto público que ha asustado a los mercados financieros y podría llevar a Francia al caos económico, dicen los críticos, pero que tenía una bandera muy clara: ultraderecha no. Han sintetizado ese sentimiento, que como ha quedado visto estaba en buena medida en la población francesa, y ha ofrecido a los electores una vía para hacer frente a esa amenaza".

Ya hay bandera: ultras no, ultras fuera. Pero, ¿y el liderazgo? ¿Cómo se lleva eso de tener al menos cuatro cabezas que lucir? Cada partido celebró los resultados  en su propia sede y también hizo eventos de campaña separados, salvo excepciones, en lugar de hacerlo todos juntos. "Digamos que ha habido un mensaje-marco y múltiples altavoces. En otras ocasiones eso puede generar confusión o cacofonía, pero en éste los datos confirman que el mensaje que se quería transmitir ha estado por encima de las siglas y los nombres", añade Linher.

Ahora mismo, de hecho, no se sabe a quién van a presentar como aspirante a primer ministro, un nombre que ha de pactarse y darse a conocer esta semana. "Tenemos que ser capaces de hacerlo ya", dicen los socialistas, que apuestan por alguien con "capacidad de dialogar con el exterior" porque se hace necesario "ampliar" la mayoría relativa que tienen. Sin absoluta, queda pactar, bien con una coalición de legislatura -lo menos previsible-, bien con acuerdos puntuales.

Pero la lección francesa ya está aprendida: su espíritu está profundamente apegado a la República y sus valores. Cabe decir que los ciudadanos han cumplido y han frenado al derechío extremo que les amenazaba (y amenaza). Ahora falta que lo hagan los representantes electos.

 

1 comentario:

Ricardo Soriano dijo...

Aún coincidiendo con su analisis, no hay que perder de vista que los representantes de AN obtuvieron 10.647.914 votos en la primera vuelta y 10.109.379 en la segunda lo que representa alrededor del 37% de los votos. ¡¡¡Mucho ojo!!!
Saludos