lunes, 29 de julio de 2024

No hay democracia sin periodismo libre

Cuando escribimos este comentario aún no ha finalizado la jornada electoral en Venezuela.  Las incertidumbres basculaban entre un hipotético triunfo de la oposición que, teóricamente, pondría punto final a la revolución chavomadurista, y la continuidad del actual régimen. En medio, toda una combinación de si los resultados son aceptados. Ese día después, desde luego, está lleno de incógnitas.

Desde un punto de vista comunicacional, muy seguido durante la campaña y los meses previos a la fecha de los comicios presidenciales, interesa comprobar, siquiera a grandes rasgos, el papel de los medios, tal como lo han desmenuzado  investigadores del Observatorio de los Contenidos Audiovisuales de la Universidad de Salamanca que han colaborado en el proyecto internacional ‘Journalistic Role Performance (JRP) para estudiar el periodismo en aquel país. De mostrado está que en los países autoritarios, la libertad de prensa se ve especialmente amenazada durante los períodos electorales, debido a los intentos gubernamentales para controlar el discurso político e influir en los resultados.

Siempre llamó mal la atención el giro brusco cobrado por el sistema democrático venezolano que parecía consolidado. Pero la corrupción y el hartazgo de la población fluyeron hacia otro modelo político, legitimado en las urnas. Los partidos políticos fueron degradándose –¿quién diría que las todopoderosas maquinarias de Acción Democrática (adecos) y Partido Socialcristiano (copeyanos) serían liquidadas por el caudillismo de Hugo Chávez Frías, quien se atrevió a hablar de “revolución bonita” y comenzaría a cambiar sustancialmente los hábitos sociopolíticos de los venezolanos?- hasta sumergirse en un proceso de liquidación?

Maximiliano Frías y Carlos Arcila, profesores de la Universidad de Salamanca, junto a David Blanco-Herrero, investigador en Comunicación por la Universidad de Amsterdam, participantes en el citado estudio, han publicado un trabajo titulado significativamente titulado “Elecciones en Venezuela: no hay democracia sin periodismo libre”, en el que recuerdan que ya llevamos más de una década de irregularidades y acusaciones de fraude.

Aunque no comienza entonces, el clima de opresión y censura se intensifica tras la muerte del entonces presidente Hugo Chávez en marzo de 2013. Ese año fueron convocadas nuevas elecciones presidenciales. Nicolás Maduro ganó por una estrecha diferencia frente al candidato Henrique Capriles, quien denunció irregularidades en el proceso y solicitó un recuento de votos.

En 2018, Maduro fue reelegido presidente tras convocar nuevas elecciones. La oposición y gran parte de la comunidad internacional calificaron este proceso como faudulento. Y en efecto, países como Estados Unidos, Canadá y miembros de la Unión Europeas (UE) impusieron sanciones por las irregularidades detectadas

A raíz de todo ello, algunos países reconocieron a Juan Guaidó como presidente encargado en 2019. Este reconocimiento fue retirado a finales de 2022. En la actualidad, Maduro es el único líder oficialmente reconocido a nivel internacional.

Entre las controversias electorales,  destacan las acusaciones al Gobierno de manipular los resultados y usar recursos del estado para favorecer a los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Esta crisis política se une a un contexto de crisis humanitaria, migración masiva y represión y restricción a opositores por parte del Estado. Los ataques a periodistas, por su parte, incluyen formas de censura que pueden llegar a detenciones arbitrarias y cierre de medios y editores.

Censura, polarización y crisis: periodismo en Venezuela

La situación de los medios en Venezuela es crítica. En 2024, figura en el puesto 156 (sobre 180) del índice de libertad de expresión de ‘Reporteros sin Fronteras’ (RsF). Esto revela la crítica situación en la que se encuentran los profesionales del periodismo a la hora de llevar a cabo su trabajo.

Como muestra, en 2023, la ONG ‘Espacio público’ registró trescientas ochenta y cuatro  denuncias de violaciones a la libertad de expresión en el país. Debido al temor a las represalias, dichas violaciones generan entre los medios y los periodistas un ambiente de censura y autocensura en el día a día.

Hablar de temas como corrupción, derechos humanos o el proceso electoral puede llevar a detenciones arbitrarias, amenazas y violencia. Esto hace que la ciudadanía tenga un acceso limitado a voces críticas y analíticas cruciales para la toma de decisiones informadas.

Un estudio que define los roles periodísticos

Para profundizar en esta compleja situación, los investigadores de la Universidad de Salamanca han colaborado con el proyecto internacional ‘Journalistic Role Performance’ (JRP). El proyecto estudia el periodismo en diferentes países mediante el análisis de noticias y encuestas a periodistas. Se busca entender la relación entre lo que los periodistas creen que deben hacer y lo que realmente se ve reflejado en las noticias que publican. Entre su percepción y su desempeño de los roles periodísticos.

Esto roles aluden a las funciones de los periodistas y los medios en la sociedad. Para ello hay tres áreas de análisis: la voz del periodista, las relaciones de poder y el enfoque de la audiencia. Dentro de estos dominios, se analizan seis roles: intervencionista, vigilante o perro guardián, leal-facilitador, servicio, info-entretenimiento y cívico.

Como cabría esperar, el rol leal-facilitador, ligado a la defensa del Gobierno, es frecuente en los medios venezolanos, sobrfe todo en los de titularidad estatal.

Más llamativa es la existencia de un cierto rol de perro guardián, crítico con la élite política. Aunque podría parecer inesperado, esto se explica en parte por una fuerte polarización, de forma que los pocos medios independientes (casi siempre en el ámbito digital) adoptan voces muy críticas con el Gobierno.

Es importante resaltar que los medios digitales han surgido en el país como una vía de escape al control del Gobierno. A través de la esfera digital, resulta más fácil evitar la censura y el control del Estado, al no depender de suministros de papel, grandes infraestructuras o del acceso a radiofrecuencias.

Sin embargo, aunque existe cierto espacio para la libertad y la crítica, la fuerte polarización a favor y en contra del Gobierno apenas deja espacio para los análisis más independientes y moderados.

También destaca la presencia predominante del rol intervencionista, en el que el periodista tiene una voz explícita en la historia. Estudios previos han constatado que este rol puede ser adoptado por los periodistas como una forma de proteger a su país o por miedo a las consecuencias por expresar opiniones opuestas.

Esto, por lo tanto, puede considerarse una forma de autocensura debido al temor a represalias gubernamentales. Es importante destacar que esta dinámica ha sido reportada y denunciada por periodistas ante ONGs y organismos internacionales.

Disonancia periodística

El estudio también encontró una gran separación entre los ideales que los periodistas tienen de su propia profesión  (lo que creen que deben hacer) y lo que realmente se refleja en las noticias disponibles para su audiencia. Es decir, a pesar de que los periodistas tienen unos ideales de cómo llevar a cabo su trabajo, se ven limitados por factores externos que lo impiden, como pueden ser las posibles represalias laborales, legales y económicas hacia profesionales y medios de comunicación.

Este fenómeno se había observado en otros países unidos al proyecto internacional ‘Journalistic Role Performance’ (JRP), pero no se había confirmado nunca en el caso venezolano. Gracias al trabajo desarrollado por investigadores de la Universidad de Salamanca en colaboración con JRP, este análisis del caso venezolano se plasmará en un próximo artículo científico aceptado para su publicación a lo largo de este año.

En definitiva –escriben los autores- la investigación resalta la necesidad de seguir prestando atención al periodismo venezolano, especialmente a través de estudios con respaldo científico y perspectiva comparada.

Esto permitirá comprender mejor las circunstancias que afectan a los periodistas en el país y las necesidades y apoyos que requieren. Es esencial para la salud de la democracia venezolana que los periodistas puedan desempeñar sus roles sin miedo a represalias, promoviendo una sociedad más informada y consciente de sus derechos y deberes.

De esto también dependía el resultado y las consecuencias de las elecciones del 28 de julio.¿No creen?

  

1 comentario:

Graciliana Montelongo Amador dijo...

Es cierto sin periodismo libre no hay democracia. La sociedad debe avanzar respetando los derechos de todos y todas.