Jessica de
León, consejera de Turismo y Empleo del Gobierno de Canarias: “Hemos estado
hablando del turismo en un sentido negativo. Se han sucedido manifestaciones en
Canarias que se han extendido por el resto del territorio. El ministerio debe
tomar conciencia de un problema a escala nacional”.
Lo dijo en el curso de su intervención en sede parlamentaria sobre la política de diversificación de mercados de su departamento. Deduce la consejera que esas marchas o concentraciones en avenidas y calles de las islas obligan a que el ministerio del ramo promueva “un pacto en defensa del turismo” pues la marca España y la marca Canarias se han ido deteriorando a medida que se acentúan las manifestaciones contra la masificación turística, como ya se anuncian en destinos y localidades de esas características para después del verano. La consejera debió quedar impactada por la imagen transmitida en la manifestación de Barcelona del pasado sábado.
Claro que sobre la posible afección de las protestas a la llegada de turistas, los datos oficiales indican que en Canarias en los meses posteriores a las grandes manifestaciones del pasado 20A se han batido los récords de llegadas, tanto en mayo como en junio, con lo que, sin querer restar importancia a las dimensiones de las protestas, podría afirmarse que la incidencia, hasta ahora, es menor.
Es verdad que en esa manifestación de Barcelona, en la que hubo incidentes de manifestantes con turistas, “debería preocupar muy mucho a la marca turística España”, tal como sostuvo la consejera De León quien, tratando de ser muy pragmática a la hora de enfocar el alcance del que parece ser un problema que requiere estudio y formulación de criterios racionales para evitar su agravamiento, manifestó: “En Europa somos Canarias, pero en el resto del mundo vamos bajo el paraguas de Turespaña”, recordó la consejera de Turismo. De lo ocurrido en Barcelona se han hecho eco, por cierto, periódicos como The Times o The New York Times.
Por eso “necesitamos que en España se implementen políticas estratégicas sobre el sector turístico y se defienda la actividad turística y no se la ponga en el foco de problemas que nada tienen que ver con la realidad del turismo”, manifestó, aunque sin detallar qué medidas estaba sugiriendo. Sin embargo, la realidad ofrece aristas preocupantes, como ya hemos advertido con la consecución de los estándares de sostenibilidad, la pérdida de los atractivos naturales, los retrasos en los procesos de digitalización y la carga de la superpoblación, sin dejar de mencionar la confusión que sigue alimentando la abundancia de las viviendas turísticas que siguen sin censo que las controle municipio a municipio y sin posicionamiento público claro de los responsables de la industria hotelera.
Recordemos que en Canarias, el pasado 20 de abril salieron a las calles en todas las islas más de cien mil personas para reclamar un cambio en el modelo de desarrollo que deje a un lado el turismo masivo y apueste por un turismo más controlado y por la protección del territorio, entre otras cuestiones. Claro, habrá que afinar mucho y bien cuando hasta el ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu, declara que el turismo mantiene el “efecto champán’ con una previsión de llegadas de visitantes internacionales de cuarenta y un millones de turistas entre junio y el próximo septiembre, un 13 % más que hace un año y cincuenta y nueve mil millones de euros de gasto, un 22 % más, revelada ayer mismo por Hereu. De mantenerse esta tendencia, que es la misma que ha acompañado a los datos de los primeros cinco meses, 2024 podría cerrar con la llegada de noventa y seis millones de visitantes y ciento treinta y dos mil quinientos millones de gasto.
Casi nada.
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