Cuando escribimos este comentario
aún no ha finalizado la jornada electoral en Venezuela. Las incertidumbres basculaban entre un
hipotético triunfo de la oposición que, teóricamente, pondría punto final a la
revolución chavomadurista, y la continuidad del actual régimen. En
medio, toda una combinación de si los resultados son aceptados. Ese día
después, desde luego, está lleno de incógnitas.
Desde un punto de vista
comunicacional, muy seguido durante la campaña y los meses previos a la fecha
de los comicios presidenciales, interesa comprobar, siquiera a grandes rasgos,
el papel de los medios, tal como lo han desmenuzado investigadores del Observatorio de los
Contenidos Audiovisuales de la Universidad de Salamanca que han colaborado en
el proyecto internacional ‘Journalistic Role Performance (JRP) para estudiar el
periodismo en aquel país. De mostrado está que en los países autoritarios, la
libertad de prensa se ve especialmente amenazada durante los períodos
electorales, debido a los intentos gubernamentales para controlar el discurso
político e influir en los resultados.
Siempre llamó mal la atención el
giro brusco cobrado por el sistema democrático venezolano que parecía
consolidado. Pero la corrupción y el hartazgo de la población fluyeron hacia
otro modelo político, legitimado en las urnas. Los partidos políticos fueron
degradándose –¿quién diría que las todopoderosas maquinarias de Acción
Democrática (adecos) y Partido Socialcristiano (copeyanos) serían liquidadas
por el caudillismo de Hugo Chávez Frías, quien se atrevió a hablar de
“revolución bonita” y comenzaría a cambiar sustancialmente los hábitos
sociopolíticos de los venezolanos?- hasta sumergirse en un proceso de
liquidación?
Maximiliano Frías y Carlos Arcila, profesores de la
Universidad de Salamanca, junto a David Blanco-Herrero, investigador en
Comunicación por la Universidad de Amsterdam, participantes en el citado
estudio, han publicado un trabajo titulado significativamente titulado
“Elecciones en Venezuela: no hay democracia sin periodismo libre”, en el que
recuerdan que ya llevamos más de una década de irregularidades y acusaciones de
fraude.
Aunque no comienza entonces, el
clima de opresión y censura se intensifica tras la muerte del entonces
presidente Hugo Chávez en marzo de 2013. Ese año fueron convocadas nuevas
elecciones presidenciales. Nicolás Maduro ganó por una estrecha diferencia frente
al candidato Henrique Capriles, quien denunció irregularidades en el proceso y
solicitó un recuento de votos.
En 2018, Maduro fue reelegido
presidente tras convocar nuevas elecciones. La oposición y gran parte de la
comunidad internacional calificaron este proceso como faudulento. Y en efecto,
países como Estados Unidos, Canadá y miembros de la Unión Europeas (UE)
impusieron sanciones por las irregularidades detectadas
A raíz de todo ello, algunos
países reconocieron a Juan Guaidó como presidente encargado en 2019. Este
reconocimiento fue retirado a finales de 2022. En la actualidad, Maduro es el
único líder oficialmente reconocido a nivel internacional.
Entre las controversias
electorales, destacan las acusaciones al
Gobierno de manipular los resultados y usar recursos del estado para favorecer
a los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Esta crisis política se une a un
contexto de crisis humanitaria, migración masiva y represión y restricción a
opositores por parte del Estado. Los ataques a periodistas, por su parte,
incluyen formas de censura que pueden llegar a detenciones arbitrarias y cierre
de medios y editores.
Censura, polarización y crisis: periodismo en
Venezuela
La situación de los medios en
Venezuela es crítica. En 2024, figura en el puesto 156 (sobre 180) del índice
de libertad de expresión de ‘Reporteros sin Fronteras’ (RsF). Esto revela la
crítica situación en la que se encuentran los profesionales del periodismo a la
hora de llevar a cabo su trabajo.
Como muestra, en 2023, la ONG
‘Espacio público’ registró trescientas ochenta y cuatro denuncias de violaciones a la libertad de
expresión en el país. Debido al temor a las represalias, dichas violaciones
generan entre los medios y los periodistas un ambiente de censura y autocensura
en el día a día.
Hablar de temas como corrupción,
derechos humanos o el proceso electoral puede llevar a detenciones arbitrarias,
amenazas y violencia. Esto hace que la ciudadanía tenga un acceso limitado a
voces críticas y analíticas cruciales para la toma de decisiones informadas.
Un estudio que
define los roles periodísticos
Para profundizar en esta compleja
situación, los investigadores de la Universidad de Salamanca han colaborado con
el proyecto internacional ‘Journalistic Role Performance’ (JRP). El proyecto
estudia el periodismo en diferentes países mediante el análisis de noticias y
encuestas a periodistas. Se busca entender la relación entre lo que los
periodistas creen que deben hacer y lo que realmente se ve reflejado en las
noticias que publican. Entre su percepción y su desempeño de los roles
periodísticos.
Esto roles aluden a las funciones
de los periodistas y los medios en la sociedad. Para ello hay tres áreas de
análisis: la voz del periodista, las relaciones de poder y el enfoque de la
audiencia. Dentro de estos dominios, se analizan seis roles: intervencionista,
vigilante o perro guardián, leal-facilitador, servicio, info-entretenimiento y
cívico.
Como cabría esperar, el rol
leal-facilitador, ligado a la defensa del Gobierno, es frecuente en los medios
venezolanos, sobrfe todo en los de titularidad estatal.
Más llamativa es la existencia de
un cierto rol de perro guardián, crítico con la élite política. Aunque podría
parecer inesperado, esto se explica en parte por una fuerte polarización, de
forma que los pocos medios independientes (casi siempre en el ámbito digital)
adoptan voces muy críticas con el Gobierno.
Es importante resaltar que los
medios digitales han surgido en el país como una vía de escape al control del
Gobierno. A través de la esfera digital, resulta más fácil evitar la censura y
el control del Estado, al no depender de suministros de papel, grandes
infraestructuras o del acceso a radiofrecuencias.
Sin embargo, aunque existe cierto
espacio para la libertad y la crítica, la fuerte polarización a favor y en
contra del Gobierno apenas deja espacio para los análisis más independientes y
moderados.
También destaca la presencia
predominante del rol intervencionista, en el que el periodista tiene una voz
explícita en la historia. Estudios previos han constatado que este rol puede
ser adoptado por los periodistas como una forma de proteger a su país o por
miedo a las consecuencias por expresar opiniones opuestas.
Esto, por lo tanto, puede
considerarse una forma de autocensura debido al temor a represalias
gubernamentales. Es importante destacar que esta dinámica ha sido reportada y
denunciada por periodistas ante ONGs y organismos internacionales.
Disonancia
periodística
El estudio también encontró una
gran separación entre los ideales que los periodistas tienen de su propia
profesión (lo que creen que deben hacer)
y lo que realmente se refleja en las noticias disponibles para su audiencia. Es
decir, a pesar de que los periodistas tienen unos ideales de cómo llevar a cabo
su trabajo, se ven limitados por factores externos que lo impiden, como pueden
ser las posibles represalias laborales, legales y económicas hacia
profesionales y medios de comunicación.
Este fenómeno se había observado
en otros países unidos al proyecto internacional ‘Journalistic Role
Performance’ (JRP), pero no se había confirmado nunca en el caso venezolano.
Gracias al trabajo desarrollado por investigadores de la Universidad de Salamanca
en colaboración con JRP, este análisis del caso venezolano se plasmará en un
próximo artículo científico aceptado para su publicación a lo largo de este
año.
En definitiva –escriben los
autores- la investigación resalta la necesidad de seguir prestando atención al
periodismo venezolano, especialmente a través de estudios con respaldo
científico y perspectiva comparada.
Esto permitirá comprender mejor
las circunstancias que afectan a los periodistas en el país y las necesidades y
apoyos que requieren. Es esencial para la salud de la democracia venezolana que
los periodistas puedan desempeñar sus roles sin miedo a represalias,
promoviendo una sociedad más informada y consciente de sus derechos y deberes.
De esto también dependía el
resultado y las consecuencias de las elecciones del 28 de julio.¿No creen?
1 comentario:
Es cierto sin periodismo libre no hay democracia. La sociedad debe avanzar respetando los derechos de todos y todas.
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