Dos apuntes en forma de aportación personal en la última reunión de Calínico, un grupo de conocimiento y análisis turístico, compuesto por profesionales y expertos, empeñado, por ejemplo, en mejorar la formación profesional y dotarla de atractivos y revulsivos necesarios para que las prestaciones correspondientes sean del más alto rango y correspondan al nivel de la calidad turística que se oferta.
Se trata de que quienes escojan el destino hotelero sepan desenvolverse con cualidades y habilidades propias de manera que cualifiquen su propia condición. Lógico que tengan un conocimiento amplio y multidepartamental del establecimiento, sobre todo si es de las máxima categorías. El primer apunte es por qué no involucrar en ese proceso a los ya titulados, a los técnicos de empresas y actividades turísticas, mediante reciclajes específicas o procesos de readaptación que no solo amplíen y cualifiquen sus conocimientos y experiencias sino que posibiliten una mejora contrastada de sus capacidades.
Segundo apunte: incidir en el proceso de digitalización. Estamos asistiendo a un auténtico proceso de transformación de hábitos y comportamientos. Los turistas son clientes cada vez más exigentes y conocedores, luego hay que estar a la altura de los servicios que han demandado y contratado. Todo está informatizado y en ese mundo hay que navegar, guste más o menos, sobrfe todo, sabiendo que la inteligencia artificial (IA) toca a las puertas de las empresas y de cualquier actividad productiva.
Cuando en esa misma reunión escuchamos que sigue habiendo problemas con la utilización de idiomas entre los trabajadores del sector, está claro que hay que ganar la carrera de la digitalización, simplemente para que no ocurra lo mismo y nos veamos condicionados en las prestaciones profesionales.
Cierto que se demanda amabilidad, diligencia y humanismo. Está bien que se incida en ello. Pero también conociendo y manejando adecuadamente las herramientas que las empresas ponen al alcance para funcionar como cabe esperar.
Calínico intenta transmitir a la Universidad de La Laguna aquellas inquietudes que hagan de la formación profesional una materia de constante atención. Siempre se cita a los grandes centros europeos como impulsores decisivos del desarrollo humano y profesional de quienes eligen la actividad turística como medio de vida. En Canarias, las experiencias parece que siguen siendo deficientes y sujetas a otras condicionantes. Mientras tanto, este grupo de conocimiento y análisis turístico que es Calínico, se empeña en que hay cosas que mejorar. Y depende de nosotros.
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