A la espera de que se consume, es noticia que el Partido Popular se abra a regularizar emigrantes. Después de varios meses de estar mareando la perdiz, parece que ahora propende a esa regularización. Todavía no hay respuesta a qué ganó cuando se negó a la reforma de la Ley de Extranjería que hubiera permitido desbloquear la situación. Pero no. Por lo visto era preferible seguir insistiendo en vincular los males de la delincuencia y de la ocupación ilegal de vivienda a la gente que piensa en España como tierra de promisión. Distribuir la acogida de menores que llegan a Canarias era otra opción pero no: seguían anclados en la negativa, mientras otras formaciones políticas, a las que poco importa ser acusadas de populistas y radicales, fortalecían sus discursos con tintes de racismo e interpretan que políticamente esto conviene. Ahora, el primer partido de la oposición corrige el rumbo –o eso parece- y se presenta en el escenario sumándose a la mayoría. Es positivo aunque debe pasar mucho tiempo para comprobar los efectos y si el problema se suaviza.
Recordemos los antecedentes de la pretendida regularización: una iniciativa legislativa popular (ILP), admitida a trámite, por cierto, con el único voto en contra de la formación ultraderechista. El PP pone condiciones y a la espera de las negociaciones correspondientes, cabe preguntarse si lo que se quiere es dar más vueltas a la perdiz, para acabar rechazando la iniciativa, tratando de aparentar y quedar bien ante las organización cívicas y religiosas que la promueven.
Veremos. Por ahora, confiemos en que ese cambio de postura de los populares va a resultar beneficioso.
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