martes, 10 de septiembre de 2024

Un resultado sin Arturo

 

En el paseo vespertino de ayer, recomendado por los médicos, aprovechamos para preguntar por el resultado del partido liguero de Puerto Cruz. Ganó 3-1 al Añaza.

Lo que va de ayer a hoy: hubo un tiempo en que vivir el marcador del equipo del pueblo se completaba suministrándolo puntualmente y hasta sorteando dificultades de comunicación a los medios convencionales de entonces. Ahora salimos a enterarnos en la calle veinticuatro horas después.

Lo escribimos hace años, cuando la decadencia del fútbol regional se hacía palpable: los chicos, los últimos aficionados, preguntaban y conocían primero los resultados de la Premiere League inglesa antes que los representativos de sus localidades. Era también una forma de medir la evolución del fútbol: se iban perdiendo progresivamente los valores de competiciones próximas o cercanas, se decía adiós a la rivalidad y al interés por sentir lo que se llevaba dentro y se compartía en plazas, aulas, cafeterías, círculos y ambientes sociales donde ese tema, sin que lo estableciera nadie, tenía un lugar asignado para debatir y compartir. Era, por así decirlo, el tercer tiempo.

Ahora, ya ven, el resultado se posterga en el listado informativo. Algunos hasta bromean porque tienen dificultades para acceder a los medios que, teóricamente, deben informar. Como se ha hecho toda la vida.

Bueno, en el curso del paseo, mientras alegraba la noticia del triunfo portuense, accedimos a otra de cariz más triste: había fallecido Arturo, medio volante “de aquel Puerto Cruz llamado el pequeño Real Madrid” que inmortalizara, en unas célebres décimas, el poeta popular portuense Vicente Yanes.

Arturo, en efecto, formaba parte de una alineación extraordinaria: Tito; Alberto, Galindo, Elfidio; Arturo, Berto; Germán, Soriano, Pagés, Del Pino y Vicente, la que memorizamos después del memorable encuentro con el Juventud Silense, disputado en El Peñón el domingo 28 de febrero de 1960, en pleno domingo de Carnaval, con un lleno extraordinario (algunas crónicas hablan de cinco y seis mil personas) aunque no hay fotos de máscaras ni de gente disfrazada, sí de un risco, privilegiada tribuna, que no se distingue por lo superpoblado que estaba. La actuación arbitral, de Calvo, Almenara y Valle, siempre ha sido cuestionada. De aquella alineación, ya solo viven Tito, Alberto y Elfidio.

Arturo jugaba de medio volante, así se decía entonces. Y también, componente de la línea medular. Lo que uno recuerda eran sus características de futbolista tesonero, aplicado, cubriendo distintas zonas del campo y tapando huecos. También se recuerda su célebre gol (se dice que fue el único que marcó) al Unión Isora, en el campo de la localidad sureña, por donde pasaba la guagua y se interrumpía el juego, anotado desde el medio campo, favorecido por el viento reinante.

Arturo fue un taxista atento y educado. Vivía muy cerca del campo. Cuentan que no guardaron, en su memoria, un minuto de silencio, lo menos que debían en señal de respeto. Despiste o ignorancia, que ya el fútbol regional, el de toda la vida, el más cercano, también se va quedando sin memoria.

Descansa en paz, Arturo. Hasta siempre.

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